INFANCIAS Y VEJECES OLVIDADAS, EL RETROCESO DE UNA NACIÓN
Publicado: 03/09/2024
Hubo un tiempo que fui hermoso, Y fui libre de verdad, Guardaba todos mis sueños, En castillos de cristal, Poco a poco fuí creciendo, Y mis fábulas de amor, Se fueron desvaneciendo, Como pompas de jabón. “Canción para mi muerte” - Sui Generis
Si hay dos extremos frágiles en la vida de las personas son la infancia y la vejez. Las niñeces sufren la vulnerabilidad de su llegada a este planeta tan hostil. Hambre, abandono, muertes prematuras totalmente evitables, indiferencias de este Estado con muestras innegables de crueldad.
Los que tienen la buena fortuna de llegar a la vejez, cosa que no todos lo logran, sienten la misma debilidad y desamparo que en aquel lejano principio.
Los Estados de bienestar, fuertes, contenedores y empáticos con sus congéneres siempre nos garantizan contención. El peronismo fue el primer Estado que tomó en cuenta estas variables, ni más ni menos que de “la buena vida”. El derecho al goce de los adultos mayores del “Decálogo de la Ancianidad”, con una lista de condiciones de plena dignidad que fueron incorporados en la Constitución en 1949 y siguen siendo un paradigma. Claro que el benemérito Arturo Sampay, ideólogo de la Constitución de 1949, jamás imaginó que su tan progresista y justa Carta Magna tendría tan poca vida.
Las infancias y sus inicios de vida fueron acompañados por una magnífica consigna “Los únicos privilegiados son los niños”. Coincidentemente en esa época se integran los Derechos del Niño a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Naciones Unidas en 1948. La Constitución de 1949 va a dedicar un capítulo a los Derechos de la Familia, incluyendo la Niñez y la Ancianidad. La familia toda, en sus diferentes etapas de la vida, tenía sus derechos expresamente enunciados y garantizados con el fin de lograr el objetivo esencial del peronismo: el bienestar de las familias. También en el plano legal, se igualaron los hijos llamados hasta entonces “legítimos e ilegítimos” (nacidos dentro o fuera del matrimonio), sin ninguna diferencia de derechos.
Sin embargo, después de 75 años seguimos recordando y añorando aquel compendio de derechos que nos fue arrebatado a partir 1956 por el gobierno de facto (la fusiladora) liderado por Pedro Eugenio Aramburu, con un decreto que derogó la Constitución y restauró la vigencia de la anterior Constitución de 1853, con sus reformas de 1860, 1866. Desde entonces, la Constitución de 1949 ha sido relegada y su reforma se ha omitido en los planes de estudio de derecho y en los textos de constitucionalistas. ¡Cómo nos remite a los actuales tiempos de ferocidad e impiedad!
Qué destino para esta Patria.
Mientras el Pami recorta medicaciones fundamentales para sobrellevar la salud de las vejeces, los niños nacidos en estado de hiper vulnerabilidad, en hospitales públicos con necesidad de internación en neonatología, con mamás apenas alimentadas durante sus embarazos, hacen que sus vidas pendan de un hilo a punto de cortarse. Esas niñeces tampoco gozarán del buen vivir.
Mientras los trabajadores de la salud hacen lo imposible, día a día, para que las vidas tengan el valor de ser vividas, desde un Estado canalla no hay una pizca de solidaridad con la especie, entonces estamos frente al final de una civilización
Si desde un Estado angurriento de bienes y dineros para unos muy pocos, que sólo se conmueve con las opulencias exuberantes para las minorías, el final está más próximo.