Las elecciones del 26 de octubre dejaron un mapa político polarizado: ultraderecha y campo nacional y popular se enfrentan sin intermediarios. El peronismo debe reorganizarse y definir una conducción clara que presente un proyecto de país concreto, con planes, rumbo y alianzas estratégicas.

El domingo 26 de octubre, los argentinos definieron parcialmente la composición del Congreso en 24 provincias, renovando 127 bancas de Diputados y 24 del Senado. La elección no puede leerse como un único distrito nacional: cada provincia tiene sus particularidades, y la sumatoria de votos de fuerzas locales revela que la disputa real es entre dos proyectos irreconciliables. La ultraderecha de Javier Milei se consolidó como fuerza dominante en varias jurisdicciones, mientras que el campo nacional y popular retuvo espacios estratégicos donde tiene base territorial y organizativa. Lo que quedó absolutamente claro es que no hay términos medios: los ciudadanos se pronunciaron por uno u otro proyecto, sin margen para centrismos.

En la Provincia de Buenos Aires, bastión decisivo por su peso electoral, la disputa cristalizó esta polarización: de un lado, la ultraderecha; del otro, el peronismo y sus aliados locales, que lograron sostener su representación pese a la ofensiva liberal. Otras provincias, como Chaco, Santiago del Estero y San Juan, muestran que, aunque no todos los votos se emitieron bajo la denominación Fuerza Patria, la sumatoria territorial fortalece al campo popular y evidencia que el proyecto nacional y popular sigue siendo significativo.

El mensaje de esta elección es inequívoco: el campo popular no puede seguir disperso. La ausencia de una conducción definida y la falta de articulación estratégica impiden presentar un modelo de país concreto a la sociedad. Se necesita una interna real en el peronismo que permita definir quién conduce y cuál es el rumbo. Esta conducción debe hablarle a los trabajadores, estudiantes y adultos mayores, presentar planes quinquenales, mostrar cómo se llega al modelo de país deseado y definir con claridad la posición argentina en la geopolítica global.

La Argentina no puede depender de la improvisación: es indispensable proyectar alianzas estratégicas con Brasil, México, China, Rusia y el bloque BRICS, y dejar en claro que la soberanía nacional no es negociable ante Estados Unidos ni ante poderes financieros externos. No alcanza con frenar al gobierno liberal; es necesario mostrar cómo se sale de este experimento neoliberal, qué políticas productivas, sociales y económicas se implementarán, y cómo se reconstruye un país con justicia social y desarrollo inclusivo.

ADN Populares se compromete a ser la voz que no se arrodilla, ofreciendo análisis con rigor, comunicación clara y perspectiva popular. Resistir no alcanza: hay que organizar, disputar el sentido común y presentar un proyecto concreto que pueda interpelar a toda la sociedad y recuperar el protagonismo del campo nacional y popular. La polarización deja en evidencia que el futuro político exige acción, estrategia y claridad: quienes representan al pueblo deben estar a la altura de ese desafío.