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Nota Completa

AYER ERA BRADEN O PERÓN, HOY ES MILEI O PATRIA

Publicado : 14/10/2025
(Review)

El respaldo de Washington a Javier Milei ya no es un secreto: el secretario del Tesoro, Scott Bessent, anunció un paquete financiero condicionado al ajuste, y Donald Trump lo ató explícitamente al resultado electoral argentino. Como en 1946, la disyuntiva vuelve a ser entre la entrega y la soberanía.

La historia vuelve a repetirse, pero sin disfraces. Ayer fue Spruille Braden, embajador de Estados Unidos, operando abiertamente contra el movimiento nacional y popular que encabezaba Juan Perón. Hoy, casi ochenta años después, la presión vuelve desde Washington, con nombres y métodos distintos, pero con idéntico propósito: garantizar que la Argentina permanezca bajo tutela del poder financiero norteamericano.

El nuevo Braden se llama Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE.UU., que esta semana anunció su disposición a “respaldar” al gobierno argentino mediante un swap de divisas por 20 mil millones de dólares, y eventuales operaciones de compra de deuda y estabilización del peso. Pero no hay rescate sin condiciones: Bessent fue claro al exigir “disciplina fiscal y reformas pro-mercado”. Es decir, más ajuste, más privatizaciones, más hambre.

La novedad —o el escándalo— llegó desde más arriba. Donald Trump, en plena campaña de reposicionamiento global, condicionó públicamente ese apoyo a que Milei gane las elecciones legislativas. “Si Milei no gana, no seremos igual de generosos con Argentina”, dijo el magnate desde la Casa Blanca. La frase es una confesión brutal: la ayuda financiera estadounidense no busca estabilizar la economía argentina, sino garantizar la continuidad de un gobierno alineado con sus intereses.

El modelo es claro. Washington promete dólares, Milei entrega soberanía. El Tesoro norteamericano diseña las políticas y el libertario las ejecuta con fervor colonial. Los mismos fondos que hoy se presentan como “auxilio” son los que alimentan la dependencia: líneas de swap, créditos stand-by, compras de bonos. Todo con un solo objetivo: atar la economía argentina al dólar y borrar cualquier posibilidad de desarrollo autónomo.

Mientras tanto, el país real sangra. Inflación en los alimentos, recesión industrial, desempleo en alza, universidades al borde del colapso y un Estado convertido en rehén del FMI. El gobierno llama “libertad” a la obediencia y “reformas” a la demolición del Estado. Pero detrás de cada ajuste hay un nombre, un rostro, un jubilado que no llega, un trabajador despedido, una pyme que cierra.

Por eso, más allá de la coyuntura, el dilema vuelve a ser histórico. Ayer era Braden o Perón. Hoy es Milei o Patria. En aquel entonces, el pueblo argentino eligió dignidad. Hoy vuelve a tener la misma oportunidad: decidir si quiere ser nación o colonia, si prefiere obedecer o construir.

Y aunque desde Washington repartan amenazas y bendiciones, hay una certeza que sobrevive a todas las embajadas y todos los secretarios del Tesoro: los pueblos, cuando despiertan, no piden permiso para ser libres.