Antes de las elecciones, el gobierno argentino busca respaldo en Estados Unidos mientras la crisis financiera se agrava y la soberanía queda condicionada.
El presidente Javier Milei se prepara para una reunión bilateral con Donald Trump en la Casa Blanca el 14 de octubre, mientras su gobierno negocia un posible acuerdo financiero con el Tesoro estadounidense y el FMI. La estrategia apunta a mostrar respaldo internacional antes de las elecciones nacionales, pero carece de definiciones concretas y aumenta la dependencia externa de un país sumido en la volatilidad económica y la incertidumbre política.
El ministro de Economía, Luis Caputo, encabeza la comitiva argentina en Washington, acompañado por funcionarios del Banco Central y del Tesoro. Se discute un swap con el Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF) de EE.UU. y Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, aunque los términos y condiciones permanecen imprecisos. El propio secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, aseguró que no entregarán dinero directamente, dejando claro que cualquier asistencia estará condicionada a disciplina fiscal y compromisos políticos.
El vínculo con la Casa Blanca ya genera repercusiones inmediatas en los mercados: los bonos soberanos suben y el riesgo país baja temporalmente, pero la falta de reservas y la derrota electoral local mantienen alta la volatilidad. Analistas internacionales advierten que el país podría verse obligado a devaluaciones y ajustes drásticos, mientras sectores populares sufren las consecuencias de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo.
Encuestas recientes muestran que más del 60% de la población percibe que estos acuerdos no traerán inversiones reales y se sienten distantes de EE.UU. y Trump. La estrategia de Milei prioriza la foto internacional y la legitimación política externa por sobre medidas concretas que beneficien a la economía y a la mayoría de los argentinos.
El presidente se alojará en Blair House y se reunirá primero en el Salón Oval, en privado, con Trump y sus traductores, antes de una reunión ampliada con ministros y un almuerzo protocolar. Los temas en discusión incluyen aranceles, cooperación militar, lucha contra el terrorismo, relación con China y seguridad regional, pero todo apunta a que la prioridad del gobierno sigue siendo obtener respaldo externo, mientras los números internos siguen mostrando fragilidad.