Más de 400 activistas de la Flotilla Sumud fueron detenidos mientras un nuevo contingente se dirige a Gaza, desafiando el bloqueo y defendiendo el derecho humanitario.
En las últimas horas, Israel interceptó y detuvo a más de 400 activistas que viajaban en la Flotilla Global Sumud, también llamada “Flotilla de la Libertad”, encabezada por Greta Thunberg. Las autoridades israelíes anunciaron que serán deportados a Europa, en lo que describen como un proceso “legal y justo”. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos, movimientos populares y Estados críticos del bloqueo consideran estas acciones una violación directa del derecho internacional humanitario y un obstáculo al acceso de ayuda humanitaria a la población de Gaza.
Entre les detenides se cuentan parlamentarios, periodistas y activistas de 45 países, incluida la diputada porteña del FIT, Celeste Fierro. La mayoría aceptó la deportación expedita para salir del país, siendo trasladados al complejo penitenciario de Saharonim, en el sur de Israel. Esta decisión no solo criminaliza la solidaridad internacional, sino que busca amordazar las voces que denuncian el bloqueo y las violaciones sistemáticas en Gaza.
El bloqueo israelí restringe desde hace años alimentos, medicinas y recursos básicos, generando una crisis humanitaria constante para la población civil. La represión de la Flotilla Sumud revela que la defensa de los derechos humanos y la ayuda internacional sigue siendo un desafío frente a los intereses estratégicos y militares del Estado de Israel, que prioriza el control territorial por sobre la vida de la población.
Pese a la interceptación, una nueva flotilla zarpó desde distintos puertos europeos, compuesta por barcos con asistencia médica, periodistas y activistas de múltiples países. Las advertencias israelíes de impedir el ingreso en la llamada “zona de combate activo” no lograron frenar la solidaridad internacional, que sigue movilizándose para garantizar el derecho al acceso humanitario y la protección de la población civil.
Este episodio es un ejemplo claro de la lucha global contra la impunidad y la violencia institucionalizada, donde la resistencia civil y la movilización de la sociedad internacional se convierten en herramientas fundamentales para defender la justicia y la vida frente a los intereses de los Estados y corporaciones militares. La acción de la Flotilla Sumud demuestra que la solidaridad organizada y la presión internacional pueden poner freno a los abusos, aunque los medios y los gobiernos hegemónicos intenten silenciarla.
En un contexto de tensión creciente, donde el poder y la fuerza militar chocan con los derechos fundamentales de pueblos enteros, la solidaridad internacional aparece como un ejemplo de compromiso político y ético que el campo popular en Argentina y el mundo no puede ignorar. La historia demuestra que cuando los pueblos se organizan y defienden la justicia, los proyectos de dominación no pasan sin resistencia.