Nos acompañan desde Siempre
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img

Nota Completa

UN PROYECTO DE PAÍS SOBERANO

Publicado : 05/10/2025
(Review)

Jorge Rachid analiza la historia reciente de la Argentina y plantea la necesidad de un proyecto soberano que supere la dependencia estructural impuesta por intereses externos, defendiendo la identidad nacional, la justicia social y un modelo de Patria grande.

La Argentina recuperó la democracia en 1983 en función de los intereses estratégicos de Estados Unidos, que implementó el Consenso de Washington como marco de una imposición de Mercado, regulando la sociedad y la economía y estrechando los márgenes de una acción democrática plena.

Desde entonces se desplegó una política debilitada por las condiciones impuestas por el enemigo. Lo sufrió Alfonsín al tener que sacrificar a Bernardo Grispum, su ministro de Economía, por imposición del FMI, que ajustando los diez puntos del “Consenso”, referidos exclusivamente a la economía, exigió su remoción, comenzando desde ahí el plan de ajuste llamado entonces Plan Primavera. Devaluación, hiperinflación y dolor social fueron sus consecuencias.

Luego operaron los llamados Mercados, en realidad el poder real, y lograron doblegar las promesas de campaña de Menem, que traicionando sus principios doctrinarios, se convirtió en discípulo obediente de los intereses de Estados Unidos, acompañando sus políticas de privatizaciones y retroceso en el desarrollo nacional, como así también aliado a sus aventuras guerreras en Medio Oriente, como la guerra del Golfo o la invasión a Somalia, dejando caer la histórica Tercera Posición doctrinaria que alguna vez enarboló.

Las sucesivas crisis fueron provocadas siempre por los Cavallo, Chicago Boys, Machinea, Martínez de Hoz y los Caputo de hoy, quienes, de la mano de los nuevos personajes financiados y estructurados por los intereses del Mercado y de Estados Unidos —como Macri o Milei—, no solo repiten la receta recibida de sus mandantes, sino que profundizan en cada período que gobiernan el desmantelamiento del país soberano que conocimos, producto de generaciones de argentinos en lucha desde nuestros Padres Fundadores.

Aun en los 12 años felices de los Kirchner, cuando el pueblo comenzó a recuperar su identidad y también su memoria —como en la conmemoración del Bicentenario, masiva, popular e imborrable—, que marcaba además un proceso de ampliación de derechos sociales y políticos acompañado por una economía del consumo que hizo explotar los indicadores macroeconómicos, no se logró perforar el marco estructural de la dependencia.

La matriz armada por el enemigo, desde el Consenso y luego con la Constitución Nacional de 1994, fragmenta las políticas nacionales federales, provincializando y municipalizando la salud, educación, seguridad social y recursos naturales, dificultando la toma de decisiones soberanas en función de la Patria. Esta atomización provoca un país injusto, donde el Estado no puede reparar las asimetrías naturales entre quienes nacen en Pumamarca, Pirané, Huinganco o Sarmiento y quienes lo hacen en los grandes conglomerados urbanos.

Este marco no ha podido modificar la base estructural de la dependencia, fijada por esos instrumentos y por leyes dictadas durante la dictadura militar, aún vigentes, como las de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras, herramientas de penetración de los intereses financieros que lograron prevalecer, provocando industricidio y un saldo social de desempleo y dolor profundo.

Se hace necesario entonces, más allá de los períodos electorales —donde la discusión de las listas prevalece sobre la política, segmentando representaciones y dispersando las terminales de conducción—, realizar una propuesta estratégica del modelo de Patria a construir. Este proyecto, además de ser solidario, biocéntrico, productivo y soberano, debe puntualizar cómo desmontar las estructuras de dependencia y el coloniaje, frenando el proceso de claudicación nacional que atravesamos.

Desde el peronismo, apuntalando nuestra construcción doctrinaria y filosófica, que sigue dando respuestas a las demandas de la situación actual, deberíamos decirle al pueblo argentino que el mundo ya cambió. Desde hace 25 años, se ha desplazado hacia el Oriente, hacia el multipolarismo, hacia relaciones geopolíticas y comerciales simétricas, soberanas, de respeto y globalizando la paz. Las políticas agresivas, genocidas, extorsivas e imperiales del unipolarismo de Estados Unidos, Israel, Inglaterra y la OTAN, junto a la UE, hasta entonces hegemónico, han quedado atrás en decadencia, siendo su repliegue estratégico sobre América Latina.

Nuestro país, por su posición geoestratégica de conectar los mares Atlántico y Pacífico, es de interés militar y comercial para las potencias que se enfrentan, cuyas disputas se expresan en nuestro territorio a través de testaferros o presidentes afines a los intereses de Estados Unidos.

Es necesario plantear desde ahora los ejes del camino que recorreremos al recuperar el gobierno, y debemos hacerlo en función de la unidad política a largo plazo, reafirmando nuestra identidad nacional y popular, latinoamericanista y revolucionaria.

Entre ellos destacan:

No pagar la deuda externa por ser ilegal, ilegítima y espúrea.

Declarar “no grata la presencia de la IV Flota de Estados Unidos” y rechazar bases militares en nuestro territorio.

Volver a los BRICS y defender la estrategia de la Argentina Bicontinental con soberanía sobre Antártida, Malvinas, Sandwich y Orcadas del Sur, controladas por la provincia más grande del país: Tierra del Fuego.

Reconstrucción del UNASUR.

Derogar leyes de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras, aún vigentes desde la dictadura.

Reactivar la Ley de Defensa Nacional con las FFAA enarbolando la soberanía nacional, el plan nuclear argentino, CONEA, ARSAT, CONICET, INTA, INTI.

Aplicar la ley de tierras y avanzar en obras estratégicas como el Canal Magdalena, la terminación de represas de Santa Cruz y el Gasoducto Néstor Kirchner.

Consolidar la seguridad social, la salud y la educación con políticas nacionales que garanticen accesibilidad e igualdad de condiciones.

Recuperar el control de los recursos naturales saqueados.

Estos y otros puntos estratégicos, reconstruyendo un federalismo arrasado y una Patria Grande, deben volver a conformarse desde la mirada internacional que, como decía Perón, es “la Política”: el marco referencial de cualquier análisis político, no solo del peronismo, sino de todas las fuerzas patrióticas que identifiquen al enemigo que pretende colonizarnos y abortar el desarrollo nacional hacia la felicidad del pueblo y la grandeza soberana de la Nación.