El supuesto “rescate financiero” de EE.UU. a Argentina, articulado por figuras antichinas, exige contrapartidas que van desde la ruptura con Pekín hasta la posible instalación de una base militar en Ushuaia. Proyectos estratégicos brasileños, como los corredores bioceánicos, estarían en la mira.
La convergencia entre el presidente argentino, Javier Milei, y el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es mucho más que una alineación ideológica: se trata de una operación geopolítica de alto costo para Brasil, con contrapartidas que podrían redefinir la seguridad y la economía de la región.
El supuesto apoyo financiero a Argentina fue articulado por tres figuras claves de la agenda antichina: el funcionario del FMI, Claver-Carone, el secretario del Tesoro, Scot Bessent, y el embajador designado de EE.UU. en Argentina, Peter Lamelas. No se trata de una ayuda para Argentina, sino para el gobierno de Milei, mediocre y entreguista. Un rescate que hipotecará el futuro de las próximas generaciones de argentinos y que tiene como objetivo claro la desestabilización de gobiernos soberanistas en toda América Latina.
Condicionalidades estratégicas: de la base en Ushuaia al estrangulamiento de obras
El paquete de "ayuda" viene atado a condicionalidades estratégicas preocupantes: Base Militar en Ushuaia: La más alarmante de las contrapartidas sería la instalación (en proceso de construcción) de una base militar estadounidense en la ciudad de Ushuaia, en Tierra del Fuego. Su ubicación estratégica, en el extremo sur del continente, le otorga a EE.UU. un control sin precedentes sobre el paso bioceánico y proyecta poder sobre toda América del Sur, con claras repercusiones geopolíticas.
Estrangulamiento de Proyectos Estratégicos: El gobierno de Milei ya estaría retrasando deliberadamente obras críticas para la integración regional en el Corredor Bioceánico Santos (Brasil) – Iquique (Chile), en especial el puente sobre el río Pilcomayo, entre Misión La Paz (Argentina) y Pozo Hondo (Paraguay). El objetivo es sabotear iniciativas que fortalecen la logística suramericana independiente de EE.UU.
El efecto dominó para Brasil: proyectos nacionales en la mira Amenaza al Puerto de Chancay (Perú) y al Corredor Brasil-Perú:
Existe un malestar del gobierno estadounidense con el corredor ferroviario Brasil-Perú, en especial con el puerto de Chancay, controlado por la empresa china Cosco. Autoridades peruanas llegaron a reportar, conforme publicó RT (https://esrt.space/actualidad/566209-trump-peru-molestia-eeuu-puerto-china), la presión norteamericana contra el proyecto, que es una salida estratégica para el Centro-Oeste brasileño al Pacífico.
Erosión del Mercosur y riesgos para las inversiones chinas: La asociación con Trump solidificaría la posición de Milei contraria al bloque regional, vaciando la principal herramienta de influencia integración regional. Además, un alineamiento argentino con la agenda antichina pone en riesgo inversiones que pasan por Sudamérica.
En suma, las decisiones en Buenos Aires y Washington, articuladas por figuras declaradamente antichinas, representan una amenaza directa a la soberanía y a los proyectos de desarrollo de toda América del Sur. Ignorar esta reconfiguración de poder, que incluye el estrangulamiento de obras de integración y la posibilidad de una base militar en el extremo sur, sería subestimar una ofensiva estratégica de consecuencias duraderas.