Con una mayoría abrumadora, la Cámara alta rechazó el intento presidencial de manejar discrecionalmente los ATN. Es la tercera derrota en dos días para el oficialismo y una señal de vitalidad de la democracia argentina.
El Senado de la Nación rechazó este jueves el veto de Javier Milei a la ley que garantiza un reparto equitativo y automático de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Con 59 votos afirmativos, 9 negativos y 3 abstenciones, la Cámara alta desarmó una de las cajas negras más poderosas del Ejecutivo. Para que la norma quede firme, resta la ratificación por dos tercios de la Cámara de Diputados.
El resultado no solo implica un nuevo revés político para Milei —el tercero en apenas dos días, tras los rechazos en Diputados a los vetos del financiamiento universitario y la emergencia pediátrica—. También confirma que la democracia argentina goza de buena salud: el Congreso recupera su rol de contrapeso, las provincias defienden el federalismo y la división de poderes funciona como límite a la concentración autoritaria que pretende el Ejecutivo.
El proyecto, impulsado por los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno porteño, obliga a distribuir los ATN en forma diaria, automática y proporcional a los coeficientes de coparticipación. Con ello, se impide que el Presidente continúe manejando discrecionalmente miles de millones de pesos para premiar aliados y castigar opositores. Durante estos dos años, esa práctica fue utilizada de manera sistemática con provincias como Entre Ríos, Chaco, Misiones, Santa Fe, Tucumán o Neuquén.
La votación mostró el aislamiento del oficialismo. Libertarios y aliados circunstanciales no pudieron frenar el bloque federal, que logró un resultado contundente. La ausencia de Juan Carlos Romero, habitual respaldo del Gobierno, subrayó aún más la soledad del Ejecutivo en el recinto.
El revés en el Senado se suma a la seguidilla de derrotas parlamentarias que desnudan la debilidad política de Milei. Pero lo más significativo es el mensaje de fondo: frente a un gobierno que concentra poder, ajusta y desprecia la institucionalidad, el Congreso respondió con federalismo, pluralidad y defensa de los derechos colectivos.
En esa tensión se juega el rumbo de la Argentina. O la discrecionalidad de una Casa Rosada que utiliza los recursos públicos como herramienta de disciplinamiento, o la vitalidad de una democracia que, con todas sus dificultades, demostró que puede marcarle límites a un proyecto autoritario y garantizar que los recursos del Estado estén al servicio de todo el pueblo.