El Pozo de Vargas en Tucumán, Argentina, es un antiguo pozo de agua de origen ferroviario que, a partir de la última dictadura cívico-militar (1976-1983), se convirtió en una fosa común y sitio de inhumación clandestina para desaparecidos.
Hoy es un importante Sitio de la Memoria donde se realizan trabajos de arqueología forense para recuperar los restos de las víctimas, permitiendo así la investigación judicial, la búsqueda de verdad y la construcción de memoria histórica.
Fue un pozo construido a fines del siglo XIX para abastecer de agua a las locomotoras a vapor, y se ubicaba en una finca privada.
Durante la dictadura militar, este lugar fue utilizado por las fuerzas de seguridad para la inhumación clandestina de los cuerpos de personas secuestradas y desaparecidas.
Desde 2015, fue declarado Sitio de la Memoria por ley nacional, reconociéndolo como un lugar fundamental para la memoria colectiva sobre el terrorismo de Estado en Argentino.
El Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT) realiza excavaciones para rescatar restos humanos.
Los restos recuperados son luego identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lo que ha permitido la identificación de centenares de personas. Los resultados de una búsqueda aún inconclusa han localizado 1.647 restos óseos o registros de homicidios vinculados al terrorismo de Estado en Argentina. Hasta la fecha, un total de 838 personas desaparecidas han sido encontradas y en resguardo hasta tanto sean identificadas.
Los números del informe son un nuevo revés al discurso negacionista de la dictadura impulsado por el Gobierno de Javier Milei, que justifica la represión ilegal del Estado como respuesta a la lucha armada de varias organizaciones políticas en los años setenta. Un total de 1.233 personas, en su mayoría militares, han sido condenadas por delitos como secuestros, torturas, violaciones, robo de bebés, homicidios y desapariciones entre 1976 y 1983.
De los restos recuperados, aún se desconoce la identidad de 809. Puede ser porque haya familias, que no sepan que existe la posibilidad de encontrarlos a través de la genética forense. O porque los perfiles genéticos de los restos recuperados están tan degradados que el escaso ADN extraído es insuficiente para dar un resultado certero. O porque ya no queden familiares vivos de la víctima. En cualquier caso, la web está pensada para ser “una herramienta en construcción permanente” que se irá actualizando con nuevos hallazgos.
La búsqueda del EAAF tiene en contra el tiempo —por la muerte de familiares—, pero choca además con un muro infranqueable, la desaparición sin dejar rastro de las víctimas de los vuelos de la muerte. Aunque hay escasos registros, la Justicia ha logrado probar que en algunos centros clandestinos de detención —como los de la Escuela Mecánica de la Armada, Campo de Mayo y El Olimpo— muchos de los secuestrados fueron drogados y subidos atados de pies y manos a un avión para ser arrojados desde gran altura al Río de la Plata. Murieron por el impacto contra el agua. Las corrientes arrastraron unos pocos cuerpos hasta la orilla y la dictadura los enterró en silencio, en secreto y sin nombre. Los demás, nunca fueron encontrados.
Sin embargo en mayo de este año (2025) el @EAAFoficial identificó a Aida Inés Villegas Herrera, desaparecida en 1976. Sus restos habían sido recuperados en el Pozo de Vargas, en Tafí Viejo (Tucumán), por el Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (@camit.unt). Con ella, ya son 121 las personas identificadas recuperadas en esa fosa común, utilizada para desaparecer a víctimas del Operativo Independencia y de la última dictadura cívico-militar.
Aida tenía 22 años recién cumplidos cuando fue secuestrada en su casa, el 2 de noviembre de 1976. Acababa de recibirse de psicóloga en la Universidad Nacional de Tucumán y era militante política. Cuatro autos llegaron y un testigo vio cuando se la llevaban.
“Sofía”, como le decían sus compañeros, estuvo cautiva en los centros clandestinos Jefatura de Policía, San Miguel, e Ingenio Nueva Baviera, en Famaillá. Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados en la megacausa Arsenales II en 2013.
“Con el respeto, el trabajo y el compromiso de los que trabajan en recuperar a nuestros hermanos fui avisada que encontraron a mi hermana. Aidita vuelve, la cubriré con besos, le contaré lo que pasó durante estos años en el país por el que entregó su vida… que aún no logramos sentar a los niños en la mesa familiar para desayunar, almorzar y cenar!!”, escribió en redes sociales su hermana Claudia, que vive en Catamarca, luego de ser notificada por un integrante del EAAF de la identificación.
La familia aún continúa la búsqueda de su hermano Jorge, secuestrado a los 19 años. “Aida ya volvió. Ahora no pararé hasta saber qué pasó con él.”
Fuente: Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)