El ministro bonaerense y candidato a senador provincial de Fuerza Patria fue increpado por efectivos federales cuando repartía volantes en la estación de Tres de Febrero, territorio gobernado por Diego Valenzuela, dirigente de La Libertad Avanza. El episodio expone la deriva autoritaria del oficialismo nacional en plena campaña.

Gabriel Katopodis, ministro de Infraestructura bonaerense y candidato a senador provincial por la primera sección electoral, sufrió este lunes un episodio de censura política en el corazón de Tres de Febrero. Mientras dialogaba con vecinos y trabajadores en la estación de Caseros, dos agentes de la Policía Federal intentaron desalojarlo con el argumento de que no podía repartir volantes en el espacio público.

El hecho, registrado en video, muestra cómo la uniformada le ordena al funcionario retirarse del lugar “por disposición de un superior”. Sorprendido, Katopodis replicó: “¿Cómo no voy a poder entregar volantes? Estamos en democracia”. El intercambio generó estupor entre los presentes, que presenciaron cómo fuerzas federales intentaban silenciar una actividad electoral legítima, en un distrito gobernado por el libertario Diego Valenzuela, aliado de Javier Milei y candidato al Senado provincial.

El episodio cobra especial relevancia por el contexto: el mismo día en que el Ejecutivo nacional presentó una cautelar para censurar la difusión de audios que comprometen a Karina Milei en el escándalo de la Agencia Nacional de Discapacidad. La conjunción de hechos revela una estrategia de blindaje y control político que amenaza derechos básicos de campaña y libertad de expresión.

Katopodis, que viene sosteniendo un perfil de cercanía con los vecinos en estaciones y barrios, confirmó que continuará sus recorridas pese al intento de censura. Desde su entorno señalaron que no se trata de un hecho aislado, sino de un “síntoma preocupante de cómo Milei y sus intendentes pretenden disciplinar el espacio público”.

El accionar policial en Caseros desnuda una peligrosa lógica: donde gobierna La Libertad Avanza, la campaña opositora es vista como un estorbo y no como parte de la vida democrática. El caso Katopodis expone que no se trata sólo de un exceso policial, sino de un modo de concebir el poder: sin disidencias, sin pluralidad y con la fuerza pública al servicio de un proyecto que desprecia las reglas mínimas de la República que dice defender.