La selección argentina no logró sostener su ventaja inicial y sufrió una derrota ante Paraguay, que aprovechó las falencias del equipo de Scaloni, especialmente en defensa y mediocampo.

Paraguay sorprendió a Argentina en un partido donde las expectativas estaban del lado del equipo de Scaloni, pero donde las debilidades de la Albiceleste se hicieron demasiado evidentes. En una metáfora reveladora, el técnico paraguayo Gustavo Alfaro comparó a Argentina con la humedad: "Si tenés una pared rajada, la humedad se filtra", y así fue. El equipo de Scaloni, aunque empezó bien, con un gol de Lautaro Martínez que fue validado por el VAR, no logró contener a una selección paraguaya que, desde el principio, se mostró más decidida a aprovechar las fisuras del rival.
El gol argentino fue polémico, ya que el asistente levantó el banderín por fuera de juego, pero tras la revisión del VAR, el tanto fue aprobado, generando dudas sobre las decisiones arbitrales. Sin embargo, más allá de la jugada inicial, Argentina no consiguió sostener su juego. Los de Scaloni se vieron superados por un Paraguay que, en lugar de especular, fue al frente, y rápidamente consiguió el empate gracias a una chilena espectacular de Sanabria, tras un centro preciso de Velázquez.
La segunda mitad trajo consigo un golpe más para la Argentina: un gol de cabeza de Alderete, tras una jugada de pelota parada, puso a Paraguay en ventaja. A pesar de los intentos de reacción de la Albiceleste, con claras oportunidades como un remate de De Paul que se fue desviado, el equipo local no pudo encontrar respuestas. La falta de solidez defensiva y la ausencia de un buen rendimiento individual, especialmente de figuras como Messi, Álvarez y Otamendi, pesaron más que cualquier controversia arbitral.
Paraguay, por su parte, jugó con la urgencia de quien sabe lo que está en juego, dejando todo en la cancha y mostrando que el fútbol, muchas veces, no solo se trata de tener más posesión, sino de saber aprovechar las oportunidades cuando se presentan. Al final, el 2-1 fue un reflejo de un partido donde Argentina, sin la capacidad de corregir sus errores a tiempo, terminó pagando caro cada filtración en su juego.