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Nota Completa

EL GAUCHO RIVERO: RESISTENCIA POPULAR Y SOBERANÍA ANTE LA OCUPACIÓN

Publicado : 26/08/2025
(Review)

El 26 de agosto de 1833, Antonio Rivero encabezó una rebelión en las Malvinas que simboliza la lucha del pueblo argentino por su territorio, su dignidad y su memoria histórica. Hoy su ejemplo ilumina la vigencia de la soberanía y el protagonismo de los sectores populares, frente a políticas de gobierno que los desconocen.

En la madrugada del 26 de agosto de 1833, las Islas Malvinas fueron escenario de un acto de heroísmo popular. Antonio Rivero, gaucho entrerriano y trabajador de las estancias locales, se levantó junto a ocho compañeros —tres gauchos y cinco hombres de pueblos originarios— contra la ocupación británica que había desplazado a las autoridades argentinas apenas meses antes. Armados con facones, boleadoras, espadas y mosquetes, atacaron a los encargados británicos, resultando en la muerte de cinco colonos, entre ellos el capataz Jean Simon y el despensero William Dickson. Tras el enfrentamiento, izaron la bandera argentina sobre la casa de la comandancia, manteniendo el control efectivo de las islas durante cinco meses.

La rebelión de Rivero no fue solo un acto militar: fue profundamente social y político. Representó a los sectores populares, históricamente excluidos de la política formal, pero protagonistas indiscutibles en la defensa del territorio y la soberanía. Su acción encarna la lucha del pueblo frente a la imposición extranjera, la explotación y la injusticia: sin recursos ni respaldo estatal, los trabajadores y gauchos demostraron que la patria se defiende con conciencia colectiva y acción directa.

El contexto histórico amplifica su relevancia. La Argentina naciente consolidaba su soberanía mientras el Imperio Británico buscaba enclaves estratégicos en el Atlántico Sur. Las Malvinas, con sus puertos y recursos, eran un objetivo militar y económico. Rivero y sus compañeros defendieron no solo un territorio, sino la dignidad de un pueblo que exigía justicia frente a la dominación extranjera. Su gesta demuestra que la soberanía se construye desde abajo, con la acción de los sectores populares, no solo con tratados ni discursos diplomáticos.

Aunque las fuerzas británicas retomaron las islas en enero de 1834 y los sublevados fueron deportados, la memoria de Rivero quedó como símbolo de resistencia popular y soberanía nacional. Cada 2 de abril y 26 de agosto, su gesta es recordada como ejemplo de coraje colectivo y conciencia histórica.

Hoy, sin embargo, esta memoria choca con la mirada del actual gobierno de Javier Milei, que ha declarado su admiración por Margaret Thatcher y minimizado la importancia histórica de la soberanía sobre las Malvinas, afirmando que “están en manos del Reino Unido” y priorizando la negociación sin conflicto. Paralelamente, las políticas de ajuste económico implementadas afectan directamente a los sectores populares: recortes en educación, salud y obras públicas, sumado a un desdén explícito hacia la participación ciudadana y sindical, revelan un desconocimiento profundo del rol histórico de estos sectores como pilares de la Argentina moderna.

El contraste es evidente: mientras Rivero y los sectores populares de su tiempo defendían la patria con riesgo y compromiso, el gobierno actual subestima su valor, ignorando que los trabajadores, los gauchos y las comunidades históricamente excluidas han sido y siguen siendo protagonistas fundamentales de la soberanía, la justicia social y la memoria histórica. La gesta de Rivero nos recuerda que la verdadera soberanía se sostiene con la conciencia colectiva, la organización popular y la defensa activa de los derechos, no con la admiración por figuras que históricamente atacaron los intereses nacionales.

La historia de Rivero también nos enseña que la acción de los sectores populares no termina con la victoria militar ni con la derrota inmediata. Su lucha por la soberanía y la justicia social continúa vigente: se refleja en la educación, en la memoria de los pueblos y en la resistencia cotidiana de los trabajadores frente a políticas que los desconocen. La rebelión de 1833 nos interpela hoy, recordándonos que sin memoria histórica y sin protagonismo popular, cualquier proyecto de soberanía y justicia social es incompleto y frágil.

Antonio Rivero simboliza la resistencia del pueblo frente a la injusticia, la acción de quienes construyen patria desde abajo y la vigencia de la soberanía frente a la subordinación externa. Su ejemplo es un faro que ilumina la memoria histórica y advierte que los sectores populares siguen siendo hoy la fuerza central para defender la Argentina, su justicia social y su dignidad frente a gobiernos que los subestiman.