Hoy se cumplen 99 años del nacimiento de Fidel Alejandro Castro Ruz, líder histórico de la Revolución Cubana y símbolo de resistencia antiimperialista en América Latina y el mundo. Su vida y legado siguen siendo un faro frente a la desigualdad global, la concentración de poder y la erosión de derechos sociales que enfrentan los pueblos hoy.
Nacido el 13 de agosto de 1926 en Birán, Cuba, Fidel comprendió desde joven que la liberación de su pueblo no podía depender de concesiones ni de la benevolencia de los poderosos. Desde sus primeros discursos estudiantiles, dejó clara su visión: “La historia me absolverá”, una frase que no solo se convirtió en símbolo de su juicio político por el asalto al Cuartel Moncada en 1953, sino en un manifiesto de lucha contra la injusticia y la opresión.
Tras años de dictadura de Fulgencio Batista, Fidel lideró la Revolución Cubana, que triunfó en 1959. Entre los hechos concretos que marcaron su gestión se destacan la nacionalización de empresas y bancos, la reforma agraria, la implementación de un sistema de salud universal y gratuito, y la alfabetización masiva, que erradicó el analfabetismo en menos de un año. Estas acciones demostraron que un Estado organizado y comprometido puede transformar la vida de millones de personas, priorizando la justicia social sobre los intereses de corporaciones y potencias extranjeras.
Fidel fue también un defensor de la solidaridad internacional. Desde la década de 1960, envió médicos, maestros y brigadas a África, América Latina y Asia, incluyendo la histórica misión médica a Argelia y Angola, donde Cuba contribuyó a la independencia y formación de estados soberanos. “Patria es humanidad”, solía decir, sintetizando su visión de que la justicia social no se limita a las fronteras nacionales sino que debe proyectarse hacia todos los pueblos oprimidos.
Su liderazgo también fue un desafío permanente al imperialismo estadounidense. Desde la Crisis de los Misiles en 1962 hasta las sucesivas décadas de bloqueo económico, Fidel mantuvo firme la independencia cubana, demostrando que la soberanía no se mendiga, se conquista y se defiende. Hoy, mientras el mundo enfrenta conflictos geopolíticos, inflación global, concentración de riqueza y precarización laboral, el ejemplo de Fidel sigue siendo vigente. América Latina, incluida Argentina, enfrenta desafíos similares: endeudamiento externo, ataques a los derechos sociales y políticas que buscan que el pueblo se resignen.
El legado de Fidel también es pedagógico y estratégico: mostró que la emancipación requiere organización, memoria histórica y acción colectiva. Su pensamiento sobre la soberanía y la independencia económica se traduce en enseñanzas para la actualidad: diversificar aliados, controlar recursos estratégicos y construir cooperación horizontal entre países, lejos de las imposiciones de bloques de poder globales.
Fidel no fue perfecto. Su gobierno tuvo contradicciones y limitaciones, pero su vida evidencia que la dignidad de los pueblos se conquista con valentía, claridad política y unidad frente a los poderosos. En este 99º aniversario de su natalicio, recordar a Fidel es recordar que otro mundo es posible, que la emancipación popular no es un ideal abstracto sino una tarea concreta que requiere compromiso, organización y solidaridad.
En tiempos de crisis global, de conflictos comerciales, de extractivismo y políticas neoliberales que golpean a los más vulnerables, su legado interpela: resistir, organizarse y construir soberanía no son opciones, son obligaciones de quienes creemos en la justicia, la igualdad y la dignidad de nuestros pueblos. Fidel Castro nos enseñó que la revolución es un acto de coraje cotidiano, que la memoria histórica es un arma y que la solidaridad no es un gesto, sino política y estrategia de emancipación.