El aumento de precios en alimentos más que triplicó la variación de junio y pone en riesgo el salario real, que acumula una caída del 5,5% desde noviembre de 2023. La suba cambiaria y su impacto en insumos importados anticipan nuevas presiones en bienes esenciales, afectando especialmente a los sectores más vulnerables y jubilados.
El último informe conjunto del Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET) de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD) muestra que la inflación mensual de julio alcanzó el 2%, acelerándose respecto al 1,8% de junio, y ubicándose en un 36,5% interanual, el nivel más bajo desde febrero de 2021.
Durante los primeros siete meses del año, la inflación acumulada fue del 16,3%, lo que proyecta una tasa anual del 29,6% si se mantiene el ritmo actual.
El informe señala que los mayores aumentos en julio se concentraron en “Restaurantes y hoteles” (+3,3%), “Recreación y cultura” (+3,2%) y “Transporte” (+3%), vinculados a la temporada de vacaciones de invierno, con especial alza en hoteles, paquetes turísticos y pasajes de avión. El rubro “Alimentos y bebidas no alcohólicas” creció un 1,9%, impulsado por incrementos estacionales en frutas y verduras. En contraste, “Prendas de vestir y calzado” fue el único sector en baja (-1,4%), debido al fin de temporada y la apertura de importaciones.
Nicolás Trotta, director ejecutivo del CCD y ex ministro de Educación, advirtió que “la inflación de alimentos en julio más que triplicó la variación de junio, pasando del 0,6% al 1,9%”. Para Trotta, este incremento es apenas el efecto inicial de la devaluación del mes, que “tendrá repercusiones en agosto”. Además, señaló que la política salarial del gobierno, que busca congelar los aumentos nominales en torno al 1% mensual, hace que la suerte del salario real dependa casi exclusivamente de la inflación. Actualmente, los salarios reales registrados son un 5,5% inferiores a los de noviembre de 2023, situación que se agravará si la inflación persiste.
El coordinador general del IET, Fabián Amico, explicó que “el salto en la inflación de alimentos refleja el primer impacto de la suba del tipo de cambio del 14% en julio”. Asimismo, destacó que este fenómeno “impactará en el costo de los insumos importados, lo que anticipa nuevas presiones en los precios de bienes de primera necesidad”. Amico advirtió que estos efectos suelen manifestarse con rezagos y que, a pesar de que el gobierno podría intentar moderar el impacto a través de la contención de costos laborales, esto se traduciría en una mayor caída del salario real y en una mayor debilidad de los trabajadores.
El análisis también destaca la heterogeneidad de la inflación según las condiciones laborales y socioeconómicas. La inflación fue mayor en hogares con jefes no asalariados (2,12%) y menor en asalariados informales y desocupados (alrededor del 1,9%), en parte por el menor consumo de turismo. Los hogares de mayor poder adquisitivo registraron las subas más altas (2,35% en el decil superior), mientras que los de menores ingresos experimentaron una inflación menor al 1,9%, debido a un aumento más moderado en los alimentos.
Por rama ocupacional, los aumentos se concentraron en sectores de ingresos elevados como finanzas, servicios profesionales y salud, con impacto significativo del turismo, mientras que sectores como agro, construcción y servicio doméstico tuvieron incrementos moderados. Desde noviembre de 2023, la inflación acumulada ha sido más alta para trabajadores de servicios profesionales y comercio, y menor para quienes se desempeñan en petróleo y minería.
El informe también destaca la inflación diferencial según la situación habitacional. Fue más alta en hogares con jefes inquilinos (2,1%) y más baja en propietarios (1,8%), debido al impacto de los aumentos en los alquileres. Desde noviembre de 2023, la inflación acumulada fue mayor en hogares de jubilados y propietarios, mientras que los inquilinos enfrentaron menor presión inflacionaria.
En síntesis, el informe revela que, aunque la inflación general mostró una reducción desde principios de 2024, las recientes devaluaciones y el aumento de precios en alimentos anticipan un panorama complejo para la estabilidad del poder adquisitivo, con un impacto desigual que afecta con mayor intensidad a los sectores más vulnerables y jubilados.