El unipersonal de Miguel Ángel Diani, protagonizado por Helena Nesis y dirigido por Claudio Gallardou, sigue en la cartelera porteña. Ambientada en 2085, plantea un país sin moneda ni soberanía, en un relato que resuena con la realidad actual.
En un escenario despojado, apenas acompañado por proyecciones y una iluminación precisa, una mujer llega desde el futuro. Viene a contar lo que pasó para que no vuelva a suceder. Así se despliega Pienso… ¿para qué existo?, la obra de Miguel Ángel Diani que, desde su estreno en julio, suma funciones en el Teatro El Espión. María —el personaje que interpreta Helena Nesis— viaja desde un 2085 en el que Argentina ha perdido su moneda, su territorio y su soberanía, y su pueblo sobrevive exiliado en la Antártida.
Aunque se desarrolla en un tiempo distante, la ficción dialoga de manera inquietante con el presente. La combinación de grotesco, absurdo y realismo mágico en la dramaturgia abre espacio tanto para el humor como para la poesía, mientras subyace una advertencia política: las democracias y los derechos no se pierden de un día para otro, sino que se erosionan lentamente.
La dirección de Claudio Gallardou apuesta por un montaje que potencia la palabra por sobre los artificios. La puesta prescinde de escenografía elaborada, dejando que la interpretación y el texto sean los ejes que sostienen el relato. La atmósfera que se crea no es solo distópica, sino también íntima, invitando a cada espectador a preguntarse qué futuro está ayudando a construir.
Desde su estreno el 4 de julio, la obra forma parte de la programación de los viernes en El Espión, un teatro independiente de San Cristóbal que se caracteriza por propuestas de fuerte impronta autoral. En una cartelera porteña diversa, Pienso… ¿para qué existo? se ubica en ese territorio donde el arte funciona como espejo y, al mismo tiempo, como advertencia.