La Cámara de Diputados aprobó con amplia mayoría un proyecto que, bajo el discurso de la "transparencia", busca excluir a Cristina Fernández de Kirchner de la carrera electoral.
En una sesión cargada de ironía y contradicciones, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de "Ficha Limpia", una iniciativa que, lejos de ser una herramienta para limpiar la política, parece diseñada con un nombre y apellido: Cristina Fernández de Kirchner. Con 144 votos a favor, 98 en contra y 2 abstenciones, el oficialismo y sus aliados lograron imponer una reforma que impediría a la exmandataria presentarse como candidata en las próximas elecciones. Sin embargo, la hipocresía de algunos votantes a favor no pasó desapercibida.
El proyecto establece que quienes hayan sido condenados en segunda instancia por delitos como cohecho y tráfico de influencias no podrán ser candidatos o funcionarios. La modificación clave durante el debate eliminó los plazos de vigencia de las sentencias, lo que significa que la prohibición regirá desde la fecha de la condena hasta su eventual revocación o el cumplimiento de la pena. Esto, en teoría, afectaría a Cristina Fernández de Kirchner, cuya candidatura es vista como una amenaza electoral para el oficialismo.
Pero la sesión no solo dejó en evidencia el temor del gobierno y sus aliados ante la posible candidatura de la exmandataria, sino también la doble moral de algunos legisladores. Cristian Ritondo, titular del bloque PRO y votante a favor del proyecto, enfrenta denuncias por presunto enriquecimiento ilícito, encubrimiento y tráfico de influencias, entre otros delitos. Ritondo, implicado en la compra de propiedades en Miami valuadas en 2,6 millones de dólares, apoyó una ley que, de ser aprobada en el Senado, podría volverse en su contra. "Es difícil tomar en serio un proyecto que cuenta con el respaldo de quienes tienen causas judiciales abiertas", señaló un legislador opositor durante el debate.
La "Ficha Limpia" ha sido presentada por sus impulsores como una medida necesaria para garantizar la moralidad en la función pública. Sin embargo, sus críticos advierten que se trata de una herramienta de exclusión política, diseñada para eliminar a figuras incómodas y consolidar el poder de la coalición gobernante. "Este proyecto no busca limpiar la política, sino asegurar que solo puedan competir quienes no representen una amenaza para el oficialismo", afirmó un referente de derechos humanos.
El proyecto ahora pasa al Senado, donde enfrentará un escenario más complejo y polarizado. Allí, el oficialismo no cuenta con la mayoría necesaria para imponer su voluntad, lo que abre la puerta a un debate más profundo y, posiblemente, a modificaciones al texto. Sin embargo, lo que está en juego no es solo la posibilidad de que Cristina Fernández de Kirchner sea candidata, sino el futuro de la democracia y la pluralidad política en Argentina.
Mientras tanto, el peronismo y las organizaciones sociales se preparan para una batalla legislativa y judicial que promete ser intensa. "Este proyecto es un intento desesperado por frenar a Cristina, pero no van a lograrlo. La gente va a decidir en las urnas, no los jueces ni los legisladores", afirmó un dirigente peronista.
La "Ficha Limpia" puede tener un nombre atractivo, pero sus intenciones son claras: excluir, perseguir y consolidar el poder. En un país con una historia reciente marcada por la persecución política y judicial, este proyecto no hace más que profundizar las grietas y poner en riesgo los derechos democráticos. La pregunta que queda es: ¿quién limpia a los que quieren limpiar?