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OTRO MIÉRCOLES DE REPRESIÓN Y DIGNIDAD

Publicado : 24/07/2025
(Review)

La marcha semanal de los jubilados volvió a ser reprimida en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Esta vez, como tantas otras, con gases, un despliegue policial desproporcionado y detenidos. Lo que empezó como una protesta pacífica terminó, otra vez, en violencia institucional. La postal se repite, pero no se resignifica: se profundiza.

La movilización partió desde Plaza Congreso con destino a Plaza de Mayo. La consigna sigue siendo la misma desde hace casi un año: aumento de haberes, restitución de los medicamentos gratuitos y respeto a los derechos adquiridos. Las “rondas de los miércoles” nacieron como reacción al veto de Milei a la ley de movilidad jubilatoria, pero se transformaron en mucho más que eso: un punto de encuentro entre generaciones, luchas y sectores populares golpeados por el ajuste.

La imagen se repite: una plaza ocupada por banderas, jubilados, organizaciones sociales, culturales, políticas y sindicales. Un escenario precario amplifica voces que reclaman dignidad frente a un Estado ausente que solo se hace presente con policías, escudos y gases. La tensión no tarda en aparecer. Aunque la jornada se desarrolla con tranquilidad, nadie descarta la represión. Es casi parte del guion.

Esta vez, el final no fue distinto. Mientras la mayoría se retiraba, la policía de la Ciudad avanzó sin provocación previa. Detuvieron a dos personas y reprimieron con gas lacrimógeno. “Ver a los periodistas con casco y máscara, como si esto fuera una guerra, dice todo”, denunció el legislador Gabriel Solano. No es la excepción, es la regla: el Gobierno porteño responde con palos a quienes exigen lo elemental.

Desde el escenario, Luis Zamora valoró el proceso político que estas rondas están generando. “No se trata solo de jubilados. Acá están confluyendo trabajadores despedidos, docentes, organizaciones barriales, clubes. Esta plaza es un nodo de articulación popular”, señaló. Esa articulación, que comenzó con apenas un puñado de jubilados en septiembre pasado, alcanzó su punto más alto en marzo, cuando miles se movilizaron convocados también por las hinchadas de fútbol.

Mientras tanto, quienes asisten a la movilización deben equiparse como si fueran a una zona de conflicto. Overoles, máscaras, cascos. “No venimos con eso porque queremos, sino porque sabemos que en cualquier momento empiezan los gases”, explicó Marcelo, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios.

Los gobiernos nacional y porteño buscan desgastar la protesta. Pero lejos de retroceder, los miércoles se han vuelto símbolo de persistencia. Frente al ajuste, el hambre y el desprecio, las jubiladas y los jubilados no se retiran. Marchan. Una y otra vez. Aunque los medios masivos no lo muestren. Aunque la policía los espere. Aunque el Estado los castigue. Porque lo que está en juego no es solo una jubilación, sino una idea básica de justicia.