La histórica empresa nacional apuesta a un modelo mixto para sobrevivir a la apertura importadora y al contrabando. Solo conservará 70 de los 200 puestos de trabajo.
La reconocida firma argentina Lumilagro anunció un giro drástico en su estrategia de producción: comenzará a importar termos desde China y reducirá su planta de personal en un 65%. La medida, que afectará a cerca de 130 trabajadores, se toma en un contexto de caída del consumo interno, suba de costos y descontrol en el ingreso de mercadería extranjera, en muchos casos de manera ilegal.
“Era adaptarse o desaparecer”, reconoció el gerente comercial de la empresa, Carlos Bender, al justificar la decisión. Con sede en Tortuguitas, partido bonaerense de Malvinas Argentinas, la fábrica continuará con una porción de su producción local —alrededor del 40%— destinada especialmente a los clásicos termos con ampolla de vidrio. El resto, un 60%, será importado desde Asia, aunque con diseño y control de calidad a cargo de la compañía.
La noticia generó preocupación entre el personal despedido y reavivó el debate sobre el impacto del modelo económico actual sobre la industria nacional. Desde Lumilagro denunciaron que el contrabando es uno de los factores centrales de la crisis: detectaron, por ejemplo, que Bolivia importó grandes volúmenes de termos chinos, pese a no contar con un mercado relevante para el mate, lo que apunta a un reingreso informal hacia la Argentina.
El golpe para la empresa se suma a una tendencia regresiva que comenzó años atrás, cuando intentó competir con termos de acero inoxidable sin poder enfrentar los precios bajos de los productos asiáticos, muchos de los cuales ingresan al país sin controles aduaneros.
Lumilagro fue fundada en 1941 por el inmigrante húngaro Eugenio Schlifka Suranyi, junto a las familias Nadler y Faldus. Nacida en plena Segunda Guerra Mundial, cuando las restricciones a las importaciones incentivaron la industria local, supo transformarse en sinónimo del mate argentino. Hoy, más de ocho décadas después, la apertura indiscriminada y el avance de las importaciones ponen en jaque una parte fundamental de su historia.
Desde la empresa aseguran que no abandonarán del todo la producción nacional. Pero la magnitud del ajuste —que deja solo 70 trabajadores de los más de 200 que supo emplear— refleja el rostro concreto de un modelo económico que privilegia la importación por sobre el trabajo argentino.