La central sindical organiza una protesta nacional desde el santuario de San Cayetano en Liniers, con apoyo de movimientos sociales y la Iglesia, en un momento de crisis política y social del gobierno de Milei.
La Confederación General del Trabajo (CGT) está organizando una movilización para el próximo 7 de agosto, Día de San Cayetano, que partirá desde el santuario ubicado en el barrio porteño de Liniers. El recorrido final aún se encuentra en definición, entre Plaza de Mayo y el Congreso de la Nación. La convocatoria busca articular a las dos ramas de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), movimientos sociales agrupados en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y sectores del peronismo, especialmente el Movimiento Derecho al Futuro liderado por Axel Kicillof. Según fuentes sindicales, la iniciativa cuenta con el respaldo discreto de la jerarquía de la Iglesia Católica, que ve en esta manifestación una defensa legítima de los derechos sociales y laborales.
La propuesta surge en un momento de debilidad política para el gobierno de Javier Milei, tras la reciente derrota legislativa en el Senado y la creciente tensión con gobernadores provinciales. La CGT busca aprovechar esta coyuntura para reposicionarse como actor central en la defensa del trabajo, la justicia social y la democracia, frente a un Ejecutivo que profundiza políticas de ajuste, precarización laboral y vaciamiento del Estado, agravando la crisis social que afecta a millones de argentinos.
Esta movilización llega luego de semanas de perfil bajo por parte de la CGT, que se ha mantenido al margen de espacios oficiales como el Consejo de Mayo, promovido por el Ejecutivo para avanzar en reformas laborales que el movimiento obrero considera regresivas. En paralelo, sectores sindicales han endurecido su reclamo con acciones concretas, como la creación del Frente por la Soberanía, el Trabajo y el Salario y las ollas populares organizadas por la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), liderada por Hugo y Pablo Moyano. Estas expresiones evidencian un creciente rechazo a las políticas oficiales y un endurecimiento en la lucha sindical.
Más allá de su carácter inmediato, la movilización del 7 de agosto tiene un fuerte componente político y social. Se perfila como una respuesta contundente al avance de un modelo neoliberal que amenaza con profundizar la exclusión y la desigualdad. La marcha enviará un mensaje claro al peronismo, la sociedad argentina y el propio gobierno, en un año electoral decisivo para el futuro del país. Con esta acción, la CGT reafirma su compromiso histórico con la defensa de los derechos laborales y sociales, mostrando que la movilización popular sigue siendo la herramienta fundamental para hacer valer las demandas del pueblo trabajador.
En este contexto, la protesta no solo buscará visibilizar las demandas del movimiento obrero y popular, sino que también pretende marcar la cancha política de cara a las elecciones, demostrando que la lucha en la calle es una respuesta legítima y necesaria ante un gobierno que ajusta y precariza a la mayoría.