La expresidenta recibió en San José 1111 a Luiz Inácio Lula da Silva y encendió todas las alarmas del régimen libertario: habló de lawfare, presos políticos, espionaje y una democracia que se desangra en silencio. También lanzó una promesa que retumbó en el poder: “Nosotros vamos a volver”.
En tiempos de obscenidad financiera y represión a cielo abierto, Cristina Fernández de Kirchner volvió a marcar el pulso del escenario político. Y lo hizo con un gesto tan potente como subversivo: recibió en su casa al presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva. No fue cortesía, fue mensaje. No fue nostalgia, fue estrategia. “Su visita fue mucho más que un gesto personal: fue un acto político”, aseguró.
Ambos saben de qué hablan cuando dicen “persecución”. Lula fue preso por orden de los poderosos que no toleraron un obrero en la presidencia. Cristina, condenada sin pruebas, excluida de los comicios y apuntada por un aparato judicial y mediático que opera a cielo abierto. En ese espejo, CFK volvió a denunciar el avance del “terrorismo de Estado de baja intensidad” que se despliega con sutileza represiva y cinismo jurídico.
La detención de militantes por haber dejado excremento frente a la casa de Espert no es una anécdota escatológica. Es la postal de una Argentina donde se encarcela a peronistas, se humilla a militantes, y se arma show con esposas, fotos, y redes sociales como patíbulo digital. “No hay delitos. Hay persecución”, denunció Cristina. Y recordó que la ministra Patricia Bullrich quiere habilitar que la policía espíe redes sociales sin orden judicial. Como en la dictadura, pero por scroll.
Mientras Milei juega al influencer, el país cae 26 puestos en el índice de libertad de prensa. Mientras Caputo promete la “motosierra real” para después de octubre, cierran residencias médicas y entregan la soberanía al Fondo. Mientras acusan a la militancia de “organización delictiva”, el Gobierno avanza como una maquinaria de demolición del Estado.
Pero entre tanto espanto, apareció una frase: “Nosotros también vamos a volver”. No es nostalgia ni deseo: es amenaza. Es profecía. Es memoria. Es el nosotros que parió a la patria, resistió el neoliberalismo y reconstruyó lo que ahora intentan destruir. Es el nosotros que volvió del exilio, del indulto y de la traición.
El nosotros de San José 1111. El de Lula. El de Perón. El de los 30 mil. El que no se calla ni se detiene.
Ese, lo sabemos, siempre vuelve.