La decisión del Ministerio de Salud de eliminar la residencia de pediatría del Hospital Garrahan y reemplazarla por una beca precarizada representa un retroceso brutal para la formación médica, la salud pública y los derechos laborales.
La residencia del Garrahan no es cualquier programa de formación: es el corazón de la pediatría argentina, un bastión de excelencia que formó a generaciones de médicos comprometidos con la salud de la infancia más vulnerable. Transformarla en una beca sin salario, sin obra social, sin aportes jubilatorios ni licencias, es condenar a quienes se forman a la precariedad y la incertidumbre.
Más allá del "prestigio" que pueda tener el Garrahan, la realidad de los residentes es dura: jornadas extenuantes, responsabilidad clínica enorme y ahora la inseguridad de no contar con derechos laborales básicos. Es inadmisible que el Estado pretenda pagar con “estipendios” lo que debe ser un trabajo digno y protegido.
Este ataque no solo afecta a los futuros pediatras, sino que pone en jaque el sistema público de salud, debilitando el hospital más importante del país en materia pediátrica. Sin residentes, el Garrahan pierde su fuerza y capacidad para atender a miles de niños y niñas que dependen de su atención.
La precarización de las residencias es parte de un patrón más amplio de ajuste y desfinanciamiento que sufren las políticas públicas en salud, que golpea especialmente a los sectores populares. Mientras aumentan las exigencias sobre los trabajadores de la salud, el Estado les niega condiciones mínimas de trabajo digno, profundizando la crisis sanitaria.
El cierre encubierto de esta residencia es una señal clara de cómo la lógica neoliberal avanza para desmantelar derechos conquistados, en un momento en que la salud debería ser prioridad y no un campo de experimentación para precarizar a quienes sostienen el sistema.
El ajuste y la precarización no pueden ser la respuesta a la crisis sanitaria. Exigimos la restitución inmediata de la residencia con todas las garantías laborales y sociales para los médicos en formación. La salud pública es un derecho, no un privilegio.