El histórico dirigente sindical y militante del peronismo revolucionario Marcelo “Nono” Frondizi nos dejó en 2018, pero su espíritu sigue encendiendo las calles y las peleas por justicia social y dignidad laboral.
Marcelo “Nono” Frondizi no fue un militante más. Fue un faro de resistencia, un símbolo de entrega y convicción que marcó una época y sigue marcando el presente del movimiento obrero argentino. Más allá de su apellido, ligado a una familia con historia política e intelectual, el “Nono” supo construir su propio camino en la pelea cotidiana de los trabajadores y trabajadoras.
Desde sus primeros años, Frondizi enfrentó persecuciones, exilios y pérdidas irreparables. La Triple A se llevó a su hermano Diego Ruy y a su tío Silvio, asesinado por defender un proyecto de país justo y soberano. La dictadura lo obligó a exiliarse en Barcelona, donde continuó la lucha desde lejos, manteniendo intacta la esperanza y el compromiso con la Argentina.
Al regreso de la democracia, volvió para poner el cuerpo en la reconstrucción sindical, en la defensa del trabajo digno, en la organización de los Talleres Protegidos del Borda, un espacio donde la solidaridad con los más vulnerables se tradujo en acción política concreta.
Pero el “Nono” fue mucho más que un dirigente. Fue un tipo generoso, cercano a sus compañeros y compañeras, un formador incansable de cuadros políticos y sindicales. Sembró compromiso, valentía y solidaridad en hombres y mujeres que hoy llevan su ejemplo como bandera. Quien escribe estas líneas tuvo la suerte de compartir tiempo con él, de charlar en varias oportunidades y de conocer a un hombre que no solo decía lo que pensaba, sino que respaldaba sus palabras con acciones firmes y coherentes.
Fue secretario de Interior de la CTA de los Trabajadores y secretario de Acción Política de ATE Capital, pero por encima de los cargos, fue un pilar, un referente que acompañó en la lucha y en la formación de nuevas generaciones.
Cada vez que una bandera se alza contra la precarización, la explotación y el ajuste, está la huella del Nono. Su nombre retumba en cada movilización, en cada asamblea, en cada lucha que une a trabajadores, estudiantes y movimientos sociales. Fue y es el recuerdo de que la dignidad se defiende con organización y coraje.
Hoy, cuando el viento sopla en contra y la injusticia parece ganar terreno, su memoria resurge con fuerza. Marcelo Frondizi está presente en cada reclamo justo, en cada abrazo solidario, en cada paso firme por la liberación del pueblo trabajador. Porque el “Nono” no murió: vive en la historia, en la calle y en el corazón de quienes no se resignan.
Que su ejemplo nos acompañe y nos inspire a no bajar nunca las banderas, a mantener viva la lucha por un país con justicia social, soberanía y memoria. Marcelo “Nono” Frondizi es y será siempre uno de los imprescindibles.