El ataque del Gobierno a Ricardo Darín es mucho más que un exabrupto digital. Es una advertencia a quien se atreva a decir que en la Argentina se vive mal. Y es también la banalización cruel de una crisis económica que castiga a millones.
En medio de una crisis social y económica que golpea con brutalidad a las mayorías populares, el gobierno nacional ha optado por burlarse de quienes lo señalan. Esta vez, el blanco fue el actor Ricardo Darín, quien expresó en televisión una preocupación concreta: el costo de vida es insoportable. Como millones de personas que ya no llegan a fin de mes, puso un ejemplo claro: una docena de empanadas le costó 48 mil pesos.
La respuesta no fue una política pública, ni siquiera una desmentida con datos. Fue una operación de escarnio público: trolls, ministros y hasta el presidente Javier Milei se sumaron a una campaña agresiva, ridiculizando sus dichos y descalificándolo como persona. La Asociación Argentina de Actores y Actrices denunció el ataque como parte de una práctica sistemática de intimidación. “La intención parece ser generar miedo, producir autocensura para someternos al silencio”, señalaron.
Lo preocupante no es solo el agravio a Darín, sino lo que este episodio revela: el intento de silenciar cualquier voz disonante, incluso aquellas moderadas y respetuosas, como fue la suya. Frente a una inflación que destruye salarios, una recesión que multiplica despidos y un ajuste que deja sin rumbo al país, el gobierno elige negar la realidad a los gritos.
En lugar de gobernar, elige hostigar. En lugar de asumir el sufrimiento popular, elige burlarse. En lugar de diálogo, escarnio.
En ese contexto, las palabras de Darín no son una provocación: son una constatación. Y nuestro deber como medio popular, comprometido con los derechos humanos y la justicia social, es defender su derecho a hablar y el de cada ciudadano y ciudadana a decir que la está pasando mal.
Porque la crisis no se resuelve persiguiendo opiniones: se resuelve cambiando el rumbo. Y eso, hasta ahora, no aparece en el horizonte.