Es en el marco del Encuentro de la Cultura Popular. Advirtió sobre el riesgo de default, apuntó contra la política económica del gobierno de Milei y llamó al peronismo a repensar su rol frente al saqueo.
Cristina Fernández de Kirchner volvió a tomar la palabra este 25 de mayo y lo hizo como suele hacerlo: con contundencia política, claridad conceptual y una profunda conexión con el momento histórico. Fue en el Encuentro de la Cultura Popular, donde analizó la situación del país, denunció la destrucción del Estado y dejó un mensaje directo tanto hacia el oficialismo como hacia el interior del peronismo.
“Esto no es un problema de ideología, es un problema de dólares”, dijo, al advertir que el modelo de Milei reproduce y agrava el viejo mal de la economía argentina: la escasez estructural de divisas. En ese sentido, anticipó que el gobierno se encamina hacia un nuevo default, y lo hizo citando cifras concretas: vencimientos que superan los 3.400 millones de dólares sin respaldo real para afrontarlos.
Se refirió también a los discursos oficialistas que acusan al peronismo por el endeudamiento, y recordó que fue durante el gobierno de Alberto Fernández, con ella como vicepresidenta, que se logró reestructurar una parte sustancial de la deuda privada en moneda extranjera, aunque luego ese camino fue abandonado. “No supimos construir una nueva mayoría”, reconoció en una crítica interna, señalando errores pero también reafirmando el rumbo: soberanía, producción, trabajo.
Cristina eligió el 25 de mayo para volver a hablar, y no fue casual. Lo hizo desde el corazón simbólico del campo nacional y popular, para recuperar las raíces emancipadoras de la patria y confrontar con un gobierno que vacía al Estado, endeuda al país y empobrece a las mayorías. Frente a ese panorama, pidió organización, debate y responsabilidad: “La política no puede ser un reality ni un show de stand-up”, sentenció.
El discurso resuena como un llamado urgente a la militancia, al movimiento obrero y a la dirigencia peronista. El país se encuentra en una encrucijada, y Cristina volvió a poner el cuerpo, la palabra y la historia para marcar el rumbo.