Tras el cerco al Palacio Nacional, la presidenta mexicana respondió con propuestas concretas y descartó la represión

Los accesos al Palacio Nacional amanecieron bloqueados. No hubo mañanera presencial. Pero Claudia Sheinbaum no se escondió. Desde una transmisión virtual, la presidenta mexicana le habló de frente al magisterio movilizado: “Nunca nos hemos cerrado al diálogo”, aseguró, y puso fecha para una reunión formal con los sindicatos docentes: el viernes al mediodía en la Secretaría de Gobernación.

La protesta, encabezada por educadores que reclaman mejoras salariales, estabilidad laboral y una reforma del sistema de carrera, encontró eco en la mandataria. En lugar de confrontar, Sheinbaum respondió con una batería de medidas que apuntan a saldar deudas históricas con el gremio. El anuncio más resonante fue el aumento del 10% para todos los maestros a partir de septiembre. Pero no vino solo.

Sheinbaum ratificó la creación del Fondo de Pensiones para el Bienestar y confirmó que se mantendrá congelada la edad establecida en el “décimo transitorio”, una demanda clave para quienes están cerca de jubilarse. “Queremos que ningún trabajador de la educación se retire con menos de lo que necesita para vivir con dignidad”, afirmó.

En un gesto que apunta al corazón del reclamo docente, la presidenta propuso reformular el sistema de movilidad: la antigüedad volverá a ser el criterio principal. También anunció una semana extra de vacaciones para el personal de educación básica y anticipó que cualquier cambio sobre el SICAM se definirá en consulta directa con los trabajadores del sector.

Lejos de las recetas represivas de otros tiempos, Sheinbaum dejó claro que no habrá palos ni desalojos. “No vamos a caer en provocaciones”, subrayó, y reivindicó la coordinación con los estados para ampliar derechos: en Baja California Sur, por ejemplo, se abrirán 500 nuevas plazas estatales.

La escena frente al Palacio Nacional fue tan simbólica como el tono con el que el gobierno eligió responder: la calle presiona, el Estado escucha. Y el magisterio vuelve a ser interlocutor de una presidencia que, al menos por ahora, prefiere gobernar con las puertas abiertas.