En diálogo con Faro Latinoamericano, el ex embajador Hernán Patiño Mayer trazó un retrato íntimo y político de José Mujica. La historia de un vínculo profundo entre Uruguay y Argentina, la coherencia como bandera y la emoción de quien lo despidió como amigo.
Hernán Patiño Mayer no solo fue embajador argentino en Uruguay: fue testigo privilegiado de una época, protagonista de los vínculos políticos entre los gobiernos peronistas y la izquierda uruguaya, y un amigo cercano de José “Pepe” Mujica. En conversación con Faro Latinoamericano, el diplomático compartió recuerdos cargados de historia, emoción y definiciones políticas que trascienden la coyuntura. A días de la partida física del expresidente oriental, Patiño Mayer se permitió hacer memoria: “Pepe vivía como pensaba y pensaba como vivía. Por eso su legado es tan poderoso”.
El embajador, que sirvió durante doce años en Montevideo bajo distintos gobiernos peronistas, repasó el carácter particular de la relación bilateral. “La relación con Uruguay es históricamente compleja, de amor y odio. Yo le decía al Pepe que éramos hermanos siameses. Y él me respondió: ‘No, peor. Uno de los hermanos mide 1,90 y el otro 40 cm. Cuando el grande se emborracha, siempre se cae arriba del otro’”. La frase, que arrancó sonrisas durante la entrevista, resume con claridad una historia de tensiones, afectos y luchas compartidas.
El vínculo con Mujica no fue sólo diplomático. Patiño Mayer escribió un artículo titulado Los tres Pepes orientales, en el que lo comparaba con José Artigas y Pepe Batlle. Esa nota, escrita después de presentar su renuncia como embajador, fue utilizada por el Partido Nacional para declararlo “persona no grata”. Pero él recuerda ese episodio con serenidad y orgullo: “Yo ya había renunciado. Saludé la llegada de Mujica como lo que era: una expresión democrática del pueblo uruguayo”.
En la despedida de su cargo, el embajador decidió no hacer un acto oficial. Organizó una reunión íntima en su chacra de Nueva Albesia, costeada con fondos propios. Allí, Mujica y Lucía Topolansky participaron del encuentro, junto con referentes sindicales del PIT-CNT y el histórico Antonio Cafiero. “Fue un gesto de afecto y respeto que nunca voy a olvidar”, dijo Patiño Mayer.
También recordó el paso de Mujica por la cárcel, su participación en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, y su reconversión a dirigente político dentro del sistema democrático. “Salió de la cárcel sin odio. Como decía San Agustín: odiamos el pecado, no al pecador. Mujica entendía eso. Por eso fue capaz de construir sin perseguir. No fue revanchista. Era coherente con su pueblo”, destacó.
Uno de los momentos más potentes de la entrevista fue el recuerdo del legado espiritual del Pepe. “Yo le decía que era el tipo más cristiano que conocí, aunque no creyera en Dios. Él vivía con humildad, con compasión, con compromiso. Lo vi hablar en la American University de Washington y emocionar a 500 estudiantes con su verdad sencilla y profunda. Ese es su legado: pensar como se vive y vivir como se piensa”.
El embajador también subrayó el respeto mutuo entre Mujica y el Papa Francisco. “Pepe quedó conmovido cuando lo conoció. Francisco lo trató como un igual, como alguien coherente. Y esa fue siempre la mayor virtud del Pepe: la coherencia, el coraje y el amor”.
Hacia el final, Patiño Mayer compartió sus últimos encuentros con Mujica ya enfermo. “Fui a despedirme sabiendo que se estaba muriendo. Él eligió no seguir con tratamientos. Se dejó morir con dignidad. Fue su última lección de coherencia y de amor. Nos deja una vara muy alta, y una responsabilidad enorme: levantar las banderas de los que vivieron con el corazón”.