Dirigente histórico de la CTA, con casi tres décadas de servicio público, fue cesanteado por negarse a una prueba que considera humillante. "No me voy a arrodillar", sostuvo.
Mientras miles de trabajadores conmemoraban su día en plazas y calles, el presidente Javier Milei eligió el 1° de mayo para firmar un despido con alto voltaje político. El cesanteado fue Pablo Reyner: referente gremial de la CTA, dirigente de ATE, militante incansable del movimiento obrero y trabajador con 28 años de trayectoria en la Biblioteca Nacional. Su “falta” fue no rendir el flamante Sistema de Evaluación Pública (SEP), un examen que el Gobierno impuso como condición para conservar el empleo estatal.
Reyner no se calló. Denunció el carácter “extorsivo, inconstitucional y ajeno a la tarea real” de la prueba, y explicó su negativa como un acto de conciencia: “Cuando decidí ser delegado, fue una decisión familiar. Y si tengo que cagarme de hambre para frenar esto, así será. No me voy a arrodillar”.
Su postura no es nueva, pero sí valiente en tiempos de miedo y repliegue. Con una trayectoria sindical forjada en la calle y en las bases, Reyner encarna una figura incómoda para un gobierno que desprecia la organización colectiva. Su despido no fue un error administrativo, sino un gesto deliberado de castigo ideológico.
El examen SEP, presentado como “herramienta de calidad”, fue leído por Reyner como lo que realmente es: un mecanismo de disciplinamiento. “Está hecho para estigmatizarnos, para burlarse de los trabajadores. Parece escrito por alguien que ve a los estatales como una caricatura de Gasalla. No mide nada útil, sólo busca humillar”, afirmó.
Frente a un clima de ajuste feroz, persecución gremial y ataque sistemático a los derechos laborales, la actitud de Reyner no solo es admirable, sino urgente. En su gesto solitario hay una defensa colectiva: la de miles que resisten, que no se rinden, que siguen creyendo en la dignidad del trabajo y en el rol del Estado como garante de justicia social.
Pablo Reyner no se arrodilló. Y por eso lo echaron.