Después de 55 días en terapia intensiva, el joven que fue herido por un disparo de gas lacrimógeno en el Congreso da un paso importante, mientras la justicia aún no responde por el ataque de las fuerzas de seguridad.
Pablo Grillo, el fotógrafo víctima de un disparo de gas lacrimógeno durante la represión de la protesta frente al Congreso el pasado 12 de marzo, dio un importante paso hacia su recuperación al salir a recorrer los pasillos del hospital Ramos Mejía, donde lleva más de dos meses en tratamiento. La noticia fue confirmada este miércoles por su familia a través de redes sociales, quienes expresaron su alegría por la mejora del joven de 28 años. "La alegría es total", destacaron, agradeciendo el apoyo de colegas, familiares y organizaciones de derechos humanos.
Grillo, quien fue sometido a una intervención quirúrgica endoscópica para aliviar la presión intracraneal causada por el impacto del gas, sigue siendo monitoreado de cerca por los médicos. A pesar de los avances, aún deben realizarse más estudios para evaluar su evolución, entre ellos, punciones lumbares.
LA VIOLENCIA INSTITUCIONAL SIGUE IMPUNE
Este paso hacia su recuperación, sin embargo, no quita el foco sobre la violencia institucional que Grillo sufrió ese día, uno de los tantos episodios de represión brutal que el Gobierno de Javier Milei ha permitido en el marco de protestas pacíficas. La investigación judicial sigue abierta bajo el Juzgado Federal N.º 1, a cargo de María Servini, sin que hasta el momento se haya identificado a los responsables directos de la agresión.
El caso de Grillo no solo es una tragedia personal, sino un claro ejemplo de cómo las fuerzas de seguridad continúan abusando de su poder, con la complacencia de un régimen que avala el uso de la represión para silenciar la protesta social. La familia de Grillo, junto con organizaciones como el CELS, sigue exigiendo justicia, mientras el gobierno se mantiene mudo frente a este hecho de violencia institucional.