Se cumplen 106 años del nacimiento de la mujer que cambió para siempre el lugar de los humildes en la política argentina. Su legado sigue vivo frente al ajuste y el desprecio del poder.
Este 7 de mayo se cumplen 106 años del nacimiento de Eva Duarte de Perón, símbolo de la justicia social y figura ineludible de la historia política argentina del siglo XX. Nacida en 1919 en Los Toldos, Evita se convirtió en un ícono popular que desafió los mandatos de su tiempo y dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país.
Desde la Fundación Eva Perón, impulsó una política social sin precedentes: hospitales, hogares, escuelas, becas, juguetes, máquinas de coser, remedios. Asistencia directa a quienes nunca habían sido mirados por el Estado. Su acción fue concreta, directa, estructural. No beneficencia: derechos.
Fue también una pionera en la lucha por los derechos de las mujeres. Impulsó la ley de sufragio femenino en 1947 y fundó el Partido Peronista Femenino, la primera organización política de mujeres en la historia argentina. Pero Evita no solo gestionó: caminó barrios, tocó puertas, abrazó al pueblo. No hablaba en nombre de los humildes. Era una de ellos.
Murió a los 33 años, enferma de cáncer, en plena efervescencia del primer peronismo. Su nombre fue prohibido, su cuerpo secuestrado, su imagen perseguida. Pero ni la proscripción ni el odio pudieron borrar su legado. A más de un siglo de su nacimiento, sigue siendo bandera.
En un presente atravesado por el ajuste, los despidos y un gobierno que desprecia al Estado y a los humildes, Evita vuelve a ser faro. No como ícono congelado en bronce, sino como guía de lucha concreta. Su legado no es nostalgia: es herramienta viva de organización popular. Porque como ella misma enseñó, la dignidad no se mendiga: se conquista, codo a codo con el pueblo.