El primer ministro logró una amplia ventaja en las elecciones generales y podría alcanzar mayoría propia en el Parlamento. La oposición reconoció la derrota.

La fórmula encabezada por el laborista Anthony Albanese se impuso con claridad en las elecciones generales de Australia y, según las proyecciones, se acerca a consolidar una mayoría absoluta en la Cámara de Representantes. A falta de completarse el recuento, el oficialismo obtendría al menos 86 escaños, diez más de los necesarios para controlar el Parlamento sin necesidad de acuerdos.

Desde el suburbio obrero de Marrickville, en el oeste de Sídney, Albanese celebró el resultado con un mensaje centrado en los derechos laborales y la justicia social: “Los australianos eligieron protegerse entre sí, mirar al futuro y construir un país más justo”, dijo ante una multitud. El mandatario reafirmó sus prioridades de gestión: impulso a las energías limpias, acceso a la vivienda y mejoras en salud.

El resultado electoral también representa un fuerte revés para la derecha tradicional. La coalición Liberal-Nacional apenas alcanzaba 40 escaños, según la cadena pública ABC. Su líder, Peter Dutton, perdió la banca que ocupaba desde 2001 en Queensland y asumió públicamente la responsabilidad por la derrota.

Dutton había centrado su campaña en propuestas como limitar la inmigración, habilitar el desarrollo de energía nuclear y endurecer el discurso punitivo. Las urnas le dieron la espalda a esa agenda y reforzaron la posición del oficialismo, que llegó al poder en 2022 tras una elección inesperada.

Si se confirma la mayoría propia, Albanese tendrá tres años por delante para gobernar sin necesidad de negociar con fuerzas menores.