La candidata correista desconoció los resultados de las elecciones y dijo que pedirá que se abran las urnas, tras conocer la ventaja de Daniel Noboa en el balotaje presidencial de Ecuador, denunciando un gran fraude.
A días de la segunda vuelta presidencial en Ecuador, la candidata de izquierda Luisa González cuestionó abiertamente los resultados preliminares difundidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), que ubican al actual mandatario Daniel Noboa como presidente reelecto con un 56% de los votos frente al 44% de la representante de la Revolución Ciudadana.
Desde Quito, González expresó su rechazo a lo que calificó como “el fraude más grotesco de la historia” y exigió el reconteo de los votos y la apertura de urnas. “Me niego a creer que exista un pueblo que prefiera la mentira antes que la verdad. Vamos a pedir el reconteo”, afirmó, apuntando directamente al oficialismo como beneficiario de una presunta manipulación del escrutinio.
La denuncia no estuvo acompañada por pruebas fehacientes, pero sí por una firme declaración política: “Ecuador está viviendo una dictadura”, advirtió, en una primera reacción que deja entrever un escenario de tensión poselectoral con impacto regional.
González aseguró que todas las encuestas preelectorales, incluso aquellas cercanas al gobierno, le otorgaban la ventaja, al igual que uno de los dos sondeos a boca de urna divulgados tras el cierre de las mesas. La diferencia entre las proyecciones y los datos oficiales alimenta el argumento de la oposición, aunque por el momento el CNE mantiene los resultados como válidos.
“El correísmo siempre reconoció las derrotas cuando así lo mostraron los números. Pero hoy no reconocemos estos resultados”, sentenció González, al tiempo que llamó a sus seguidores a mantenerse movilizados y vigilantes ante los próximos pasos del mandatario reelecto. “Seguimos en la lucha”, concluyó.
La tensión en Ecuador se suma al clima de inestabilidad que recorre América Latina, con democracias debilitadas, autoritarismos en ascenso y sistemas electorales bajo sospecha. La palabra “fraude”, pronunciada sin pruebas, puede encender alarmas. Pero el silencio ante eventuales irregularidades también.