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Nota Completa

30 AÑOS DE H.I.J.O.S: MEMORIA QUE IRRUMPE Y TRANSFORMA

Publicado : 14/04/2025
(Review)

La organización que nació en los '90 para confrontar la impunidad se convirtió en un actor fundamental de las luchas por los derechos humanos. Su irrupción marcó una bisagra generacional, política y social que sigue resonando hoy.

Cuando apareció H.I.J.O.S., muchos de nosotros ya veníamos marchando con las Madres, abrazando a las Abuelas, militando en las aulas, en los centros de estudiantes, en las calles. Habíamos crecido en dictadura, en hogares atravesados por el miedo, el silencio, la pérdida. Nuestra generación nació en medio del terror, y en los ‘90 empezó a pararse. A hablar. A señalar. A organizarse.

Por eso la aparición de H.I.J.O.S. fue mucho más que una novedad política: fue una conmoción generacional. Nos interpeló y nos potenció. No vino a reemplazar nada, sino a sumarse a una lucha colectiva que llevaba décadas. Pero lo hizo con una energía nueva, urgente, rebelde, profundamente juvenil. Con una audacia que nos permitió mirar el pasado con otros ojos, sin solemnidad, y al mismo tiempo recuperar el hilo de las biografías militantes de nuestras y nuestros desaparecidos.

En tiempos de leyes de obediencia debida e indultos, H.I.J.O.S. desafió el cinismo de la transición con una práctica política que no pedía permiso: los escraches. Señalar a los genocidas en sus casas, en sus barrios, en sus trabajos, fue una forma de justicia social cuando la Justicia institucional se escondía detrás de los pactos de impunidad. Y esa práctica, sostenida colectivamente, fue una de las semillas que florecieron después en la reapertura de los juicios.

Pero no se trató solo de la dictadura. H.I.J.O.S. puso sobre la mesa algo más profundo: que los derechos humanos no son una herencia inmóvil del pasado, sino un terreno vivo de disputa política en el presente. Con sus intervenciones, con sus posicionamientos, con sus alianzas, ayudaron a construir una memoria activa, insumisa, popular. Una memoria que no se reduce a la evocación del horror, sino que se planta frente a la injusticia de cada época.

Hoy, cuando desde el Estado se pretende reinstalar el negacionismo, relativizar el genocidio y vaciar de contenido las políticas de memoria, verdad y justicia, el ejemplo de H.I.J.O.S. vuelve a hacerse indispensable. Porque fueron, y son, parte de una tradición de lucha que nos constituye: la de no resignarse nunca. La de pararse frente al poder con dignidad, incluso cuando todo parece estar en contra.

Quienes militamos desde aquellos años nos sentimos hermanados con esa historia. La abrazamos como parte de lo que somos: nietos de las Abuelas, hijos de las Madres, compañeros de los H.I.J.O.S. Esa es la genealogía política que nos sostiene. Y también la que nos compromete a seguir.

Porque la memoria no se negocia. Se transmite. Se milita. Se defiende.