La inflación vuelve a preocupar más que nunca y crece el malestar social por la suba de alimentos
Mientras el mileísmo insiste con promesas de “estabilidad”, los precios de la canasta básica desmienten el relato oficial. Las remarcaciones son constantes, el consumo cae y la mayoría de la población no llega a fin de mes. La inflación, lejos de bajar, vuelve a ocupar el primer lugar entre las preocupaciones sociales y pone en jaque la estrategia electoral del Gobierno.
La suba de precios vuelve a ocupar el primer lugar entre las preocupaciones sociales. Con una caída del consumo, salarios licuados y remarcaciones constantes, la mayoría de la población ya no llega a fin de mes. La promesa del mileísmo de controlar la inflación se desmorona y los alimentos lideran una nueva ola de aumentos que trastoca las proyecciones oficiales para marzo y abril.
En su peor momento político, Javier Milei enfrenta una dinámica económica regresiva: la inflación acumulada desde diciembre erosiona el poder de compra y las consultoras privadas estiman un nuevo rebote inflacionario para los próximos meses. Los datos de Equilibra y LCG marcan fuertes subas en alimentos básicos, con picos del 25% en productos como el tomate y del 14% en pollo. La tensión de precios se siente con más fuerza en los comercios barriales, donde compra el 80% de la población.
Un informe de Proyección Consultores muestra que el 39% de la población ubica a la inflación y el precio de los alimentos como su principal preocupación, sólo detrás de la inseguridad. Pero si la pregunta es directa —"¿cuál es el principal problema que afecta a su hogar?"—, la respuesta más repetida es el "no llegar a fin de mes". El 28,3% ya no lo logra, el 17,9% lo hace endeudándose y el 35% achicando gastos. Sólo un 11% llega sin problemas y apenas el 7% puede ahorrar.
La promesa oficial de "bajar la inflación" aparece cada vez más lejana. El informe REM del Banco Central muestra una revisión al alza de las proyecciones de precios, mientras el acuerdo con el FMI se demora y los dólares escasean. El ministro Luis Caputo confiaba en un IPC de marzo en torno al 1%, pero las subas en góndola lo desmienten.
La percepción social sobre el rumbo económico también se modifica: el 46,9% de los encuestados por Proyección dice que estaba mejor con el gobierno anterior, contra un 45,8% que afirma estar igual o mejor ahora. La diferencia, que hace un año era ampliamente favorable a Milei, hoy se achica peligrosamente para el oficialismo en plena antesala electoral.
La política del “ajuste permanente” tiene un límite: la heladera vacía.