Con fuerte respaldo sindical y popular, el jueves 10 habrá paro general contra el brutal ajuste de Javier Milei. La CGT y las dos CTA confluyen en una medida que paralizará el país. El miércoles, la calle será de los jubilados.
Con una creciente bronca en las calles y una crisis que golpea cada vez más fuerte a los sectores populares, la Argentina se prepara para una jornada de alto voltaje político y sindical. El próximo jueves 10 de abril, la Confederación General del Trabajo (CGT) encabezará un paro general de 24 horas, acompañada por las dos CTA, organizaciones sociales y amplios sectores de la comunidad trabajadora. Será la tercera huelga nacional en apenas cuatro meses de gobierno libertario, una muestra concreta del rechazo social al brutal ajuste que encabeza Javier Milei.
La protesta no será solo un paro. Un día antes, el miércoles 9, la CGT marchará junto a los jubilados que todos los miércoles se concentran frente al Congreso. El gesto no es menor: se trata de los sectores más castigados por las políticas del Gobierno, que vienen perdiendo poder adquisitivo mes a mes frente a una inflación descontrolada y una decisión oficial de licuar haberes sin contemplación.
A medida que se acerca la fecha, ya se conocen los servicios que se verán afectados. La Unión Tranviarios Automotor (UTA) adhiere a la medida, aunque los colectivos urbanos circularán normalmente por estar regidos por una conciliación obligatoria. Sin embargo, el transporte ferroviario y el subte estarán completamente paralizados, ya que todos los sindicatos del sector confirmaron su participación.
En el plano aéreo, se espera una jornada caótica: más de 267 vuelos cancelados, 26 reprogramados y más de 40.000 pasajeros afectados. Los gremios APLA, APA, UPSA y Atepsa pararán por completo, garantizando que no haya actividad en los principales aeropuertos del país.
La actividad bancaria también estará totalmente suspendida, y solo se podrán realizar operaciones digitales. En educación, tanto CTERA como Conadu y otros sindicatos docentes nacionales se sumarán al paro, por lo que no habrá clases en gran parte del país. Lo mismo ocurrirá con la recolección de residuos, interrumpida hasta la medianoche del viernes.
La administración pública estará completamente paralizada. UPCN y ATE ya confirmaron su adhesión: no habrá atención en organismos nacionales, provinciales ni municipales, incluyendo hospitales, oficinas públicas y dependencias clave del Estado.
A contramano del discurso oficial, que busca demonizar la protesta social, el paro del 10 no es una reacción corporativa, sino una respuesta legítima frente al deterioro acelerado del tejido social. Con salarios pulverizados, despidos masivos, cierre de programas sociales y una política económica que solo favorece a los sectores concentrados, el gobierno de Milei no deja más alternativa que la lucha organizada.
Este jueves, las calles volverán a hablar. Y lo harán en defensa del trabajo, los derechos y la dignidad.