El dirigente de Camioneros presentó su renuncia como cosecretario general, tras la falta de apoyo a su convocatoria a una medida de fuerza contra las políticas de ajuste del gobierno de Milei.
Pablo Moyano renunció como cosecretario general de la CGT, distanciándose “al no coincidir con las decisiones tomadas por la llamada 'mesa chica'”. La renuncia llega después de que la conducción de la central obrera no apoyara su convocatoria a un paro general contra las políticas de ajuste impulsadas por el gobierno de Javier Milei.
A principios de semana, Moyano había anticipado el lanzamiento de un nuevo paro en diciembre. Ante la falta de apoyo de los gremios cegetistas, planteó convocar a los sindicatos de transporte, las dos CTA y los movimientos sociales. “Hay que estar en la calle para seguir resistiendo y denunciando este modelo económico que tanto daño le está haciendo a los argentinos”, afirmó. Además, cuestionó la pasividad de la central: “Dicen que CGT ahora significa Confederación General de Twitter”.
La “mesa chica” de la CGT, por su parte, se mantuvo firme en su postura dialoguista con el gobierno. Un día después de la renuncia, los dirigentes se reunieron para dejar claro que no hay planes de convocar a un paro. Esta reunión contó con la presencia de Gerardo Martínez (Uocra), Julio Piumato (Judiciales), y otros representantes sindicales.
Desde abril, las relaciones entre la CGT y la Casa Rosada han estado tensas, pero la “mesa chica” optó por negociar, mientras Moyano se mostraba crítico de la falta de movilización. La última reunión, en octubre, buscó avanzar en la reglamentación de la reforma laboral, pero Moyano no participó.
Este distanciamiento refleja la división dentro del sindicalismo argentino, donde la “mesa chica” apuesta por el diálogo, mientras que Moyano sigue defendiendo la resistencia en las calles. La renuncia de Moyano no solo es un golpe a la CGT, sino un llamado a la defensa de los derechos de los trabajadores y la industria nacional frente a un gobierno que prioriza el ajuste y desprotege a la clase trabajadora.
La pregunta es si el sindicalismo será capaz de resistir el ajuste o si se doblará ante un modelo económico que solo beneficiará a unos pocos. Para Moyano, la lucha sigue estando en la calle.