El presidente libertario y su par brasileño se saludaron con visible tensión en la cumbre del G-20. A pesar de sus diferencias ideológicas y los insultos previos, sellaron un acuerdo para la exportación de gas desde Vaca Muerta.
En medio de tensiones evidentes, el presidente argentino llegó al Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro para participar de la cumbre del G-20, donde protagonizó un saludo gélido con Luiz Inácio Lula da Silva. El breve apretón de manos dejó en claro la distancia entre ambos mandatarios, cuya relación ha estado marcada por cruces ideológicos y declaraciones ofensivas por parte del libertario.
Desde su asunción, la política exterior de la actual gestión se ha caracterizado por un tono confrontativo que no solo ha debilitado los lazos históricos con países clave como Brasil, sino que también ha puesto en jaque la diplomacia regional. Durante la campaña, Milei calificó a Lula de “corrupto” y “comunista”, exacerbando tensiones que el mandatario brasileño, en su rol de anfitrión, no intentó ocultar.
Sin embargo, el pragmatismo prevaleció. Ambos gobiernos firmaron un Memorando de Entendimiento (MOU) para desarrollar la infraestructura necesaria que permita la exportación de gas desde Vaca Muerta hacia Brasil. Este acuerdo, impulsado por la creciente necesidad energética del gigante sudamericano, representa una oportunidad estratégica para la Argentina. No obstante, la implementación dependerá de la capacidad del gobierno argentino para gestionar las obras necesarias en un contexto de ajuste fiscal y privatizaciones que amenazan con retrasar proyectos fundamentales.
El Ministerio de Minas y Energía de Brasil destacó que la apertura del mercado de gas podría generar inversiones y empleos, con una demanda proyectada de 30 millones de metros cúbicos diarios hacia 2030. Sin embargo, en Argentina persisten dudas sobre cómo se garantizarán los beneficios para el país en el largo plazo, considerando el enfoque de una gestión más preocupada por responder a intereses privados que por fortalecer el desarrollo nacional.
Este encuentro en el G-20 expuso no solo las diferencias personales entre Milei y Lula, sino también la debilidad de una política exterior argentina que, lejos de priorizar la integración regional, se inclina por un aislamiento peligroso para los intereses nacionales.