Mientras las exportaciones de carne alcanzan niveles históricos, el consumo interno cae a su punto más bajo en 30 años. Una paradoja que expone las desigualdades del modelo económico actual.
La industria de la carne en Argentina vive una realidad de contrastes. Por un lado, las exportaciones de carne vacuna alcanzaron un récord histórico en 2024, con un crecimiento del 11,8% respecto al año anterior y superando el máximo histórico de 2020. Por el otro, el consumo interno se desplomó a niveles no vistos en tres décadas, con un promedio de 47,8 kilos por habitante al año, un 8,1% menos que en 2023. Esta caída refleja no solo las dificultades económicas que atraviesan los argentinos, sino también una profunda transformación en el modelo productivo de la cadena ganadera.
Según datos de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), en enero de 2025 la producción de carne vacuna fue de 263,8 mil toneladas res con hueso (tn r/c/h), un 1,5% menos que en el mismo mes del año anterior. La menor cantidad de animales faenados fue compensada parcialmente por un aumento en el peso promedio de los animales, pero la oferta total de carne vacuna en los últimos doce meses se redujo en aproximadamente 4 mil tn r/c/h.
Mientras las exportaciones se mantuvieron estables en torno a las 78,0 mil tn r/c/h, el consumo interno cayó un 2,1%, alcanzando las 185,9 mil tn r/c/h. Esto significa que, en apenas un año, los argentinos consumieron casi 4 mil toneladas menos de carne, un dato que refleja el impacto de la inflación, la pérdida de poder adquisitivo y el aumento de los precios internos.
En diciembre de 2024, las exportaciones de carne vacuna sumaron 47.251 toneladas peso producto (tn pp), cerrando el año con un récord de 629.949 tn pp. Este crecimiento fue impulsado principalmente por la demanda de China, que concentra la mayor parte de las ventas externas de la industria frigorífica. Sin embargo, el precio promedio por tonelada cayó un 2,9%, situándose en 4.492 dólares.
La dependencia del mercado chino se ha convertido en un arma de doble filo para el rubro ganadero. Si bien China sigue siendo el principal comprador, el precio promedio pagado por los cortes congelados (que representan el 82,3% de las exportaciones) cayó un 9,6% en 2024, llegando a 3.292 dólares por tn pp. Esta reducción fue compensada por un aumento en el volumen exportado, lo que permitió que los ingresos totales del sector crecieran un 8,6% interanual, alcanzando los 2.829,4 millones de dólares.
Mientras las exportaciones baten récords, el consumo interno de carne vacuna sigue en picada. En los últimos doce meses, el consumo per cápita cayó a 47,8 kilos anuales, un 8,1% menos que en 2023. Esta cifra no solo es la más baja en 30 años, sino que también refleja una tendencia a la baja que se viene acentuando desde hace una década.
Para muchos argentinos, la carne vacuna ha dejado de ser un alimento cotidiano para convertirse en un producto de lujo. El aumento de los precios internos, sumado a la caída del poder adquisitivo, ha llevado a que muchas familias opten por proteínas más económicas, como el pollo o el cerdo. Esta situación no solo afecta a los consumidores, sino también a los productores y a toda la cadena de valor local, que ve cómo el mercado interno se reduce año tras año.
La paradoja de la industria de la carne plantea un desafío complejo: cómo equilibrar el éxito exportador con la necesidad de recuperar el consumo interno. Mientras las exportaciones siguen siendo el motor del sector, la dependencia de un solo mercado y la caída en los precios promedio representan riesgos a futuro. Por otro lado, la crisis del consumo interno no solo afecta a los argentinos, sino que también limita el crecimiento de la cadena ganadera en el mediano y largo plazo.
En este contexto, la pregunta que queda flotando en el aire es: ¿cómo lograr un modelo que permita sostener el éxito exportador sin descuidar el acceso a la carne para los argentinos? La respuesta, sin duda, requerirá de políticas integrales que aborden tanto las necesidades del sector productivo como las de los consumidores locales.