Nos acompañan desde Siempre
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img

Nota Completa

FUGA, DEUDA Y SALVATAJES: EL MODELO CAMBIARIO DE MILEI AL DESNUDO

Publicado : 21/12/2025
(Review)

Mientras el Gobierno libertario celebra la acumulación de reservas, los datos del propio Banco Central revelan un esquema sostenido en endeudamiento externo, liquidaciones excepcionales y una fuga récord de capitales que vuelve a colocar a la Argentina en una situación de extrema vulnerabilidad.

El balance cambiario del Banco Central correspondiente a octubre y al período enero-octubre de 2025 expone con crudeza el corazón del programa económico de Javier Milei: un modelo incapaz de generar dólares genuinos, que depende de salvatajes externos, endeudamiento acelerado y mecanismos financieros especulativos para sostener una aparente estabilidad cambiaria, mientras se profundiza la fuga de capitales y se deteriora la cuenta corriente.

En octubre, las reservas brutas internacionales cayeron en casi mil millones de dólares, empujadas por un déficit de cuenta corriente que alcanzó los 2.599 millones, el peor registro en ocho años. El dato resulta especialmente significativo porque se produce después de un septiembre artificialmente positivo, inflado por liquidaciones anticipadas del complejo agroexportador tras la rebaja transitoria de retenciones. Lejos de marcar una recuperación estructural, ese ingreso extraordinario confirmó su carácter efímero apenas un mes después.

El deterioro no se explica por un único factor. La balanza comercial volvió a terreno negativo, las exportaciones se desplomaron tras el adelantamiento forzado de liquidaciones y el déficit de servicios se profundizó al calor del atraso cambiario, con un fuerte impacto del turismo y los consumos en el exterior. A eso se sumaron los pagos de intereses de una deuda que crece mes a mes y que vuelve a funcionar como un drenaje permanente de divisas.

Sin embargo, el rasgo más preocupante aparece del lado financiero. En octubre, más de 5.400 millones de dólares salieron del sistema bajo la forma de formación de activos externos del sector privado no financiero, es decir, fuga de capitales. Se trata de uno de los registros más altos desde la flexibilización del cepo, con una dinámica que combina compras masivas de billetes, transferencias al exterior y operaciones de cobertura financiera que burlan las propias restricciones cambiarias vigentes.

El fenómeno no es aislado ni coyuntural. Entre enero y octubre, la fuga acumulada alcanzó los 29.400 millones de dólares, una cifra que duplica los desembolsos recibidos del FMI en el mismo período y multiplica por seis los créditos otorgados por otros organismos internacionales. En términos simples: por cada dólar que ingresó vía endeudamiento, dos salieron del país por la vía de la dolarización privada.

La acumulación de reservas que el Gobierno exhibe como logro tampoco resiste un análisis riguroso. En los primeros diez meses del año, el Banco Central sumó cerca de 9.700 millones de dólares brutos, pero ese resultado estuvo sostenido casi exclusivamente por desembolsos del FMI, préstamos externos y operaciones financieras excepcionales. Si se excluyen esos ingresos, las reservas habrían caído de manera significativa, confirmando que no existe una fuente genuina de divisas que sostenga el esquema.

Un episodio ilustra con claridad esa fragilidad: la intervención del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, quien vendió más de 2.000 millones de dólares en el mercado local para contener tensiones cambiarias y realizar carry trade en instrumentos del BCRA. Sin esa operación puntual, octubre habría cerrado con una pérdida de reservas tres veces mayor. Un salvataje silencioso que dejó en evidencia la dependencia extrema del programa económico respecto del respaldo externo.

El cuadro se completa con un proceso de dolarización minorista sin precedentes. Solo en octubre, 1,6 millones de personas compraron dólares por casi 4.700 millones, consolidando una tendencia iniciada tras el levantamiento parcial de las restricciones cambiarias. Desde abril, las compras brutas de billetes superaron los 22.000 millones, con una concentración inédita en los meses previos al proceso electoral. La desconfianza en la estabilidad del modelo y las expectativas de devaluación siguen siendo el principal motor de esa conducta.

Lejos de encaminar a la Argentina hacia una mayor solidez macroeconómica, el esquema libertario reproduce una lógica conocida: endeudarse para sostener el tipo de cambio, financiar consumos en el exterior y permitir una fuga masiva de capitales, mientras se ajusta sobre salarios, jubilaciones y gasto social. Un modelo que ya mostró sus límites en el pasado y que vuelve a colocar al país en una senda de alta fragilidad financiera.

Detrás de los discursos de equilibrio y orden fiscal, los números oficiales del Banco Central cuentan otra historia: la de un programa económico sostenido por parches, condicionado por acreedores externos y atravesado por una transferencia permanente de recursos hacia los sectores que pueden dolarizarse y salir del sistema. Una historia que, una vez más, paga el conjunto de la sociedad argentina.