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Nota Completa

EL FASCISMO CON MICRÓFONO Y BANCA

Publicado : 23/12/2025
(Review)

La diputada libertaria Lilia Lemoine participó de un streaming donde se trivializaron los vuelos de la muerte, se celebró la represión y se deshumanizó a las víctimas. No es provocación ni exceso: es apología de la violencia desde el Estado.

Lo ocurrido en el programa FDC, del canal de streaming libertario Ánima Digital, constituye un hecho de extrema gravedad política e institucional. En ese espacio, conducido por militantes del ecosistema libertario —entre ellos Alfredo “Rino” Gammarielo— se desplegó un discurso que trivializa el terrorismo de Estado, se burla de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado y celebra la represión contra jubilados. Entre quienes participaron se encuentra Lilia Lemoine, diputada nacional de La Libertad Avanza, avalando con su presencia y sus intervenciones ese clima de deshumanización explícita.

No se trató de un desliz ni de una provocación marginal. Reírse de los vuelos de la muerte no es humor ni irreverencia: es apología de uno de los métodos más atroces del genocidio argentino, juzgado y condenado como crimen de lesa humanidad. Convertir ese horror en un chiste supone negar la condición humana de las víctimas y reinstalar una lógica donde el exterminio aparece como algo risible, tolerable o incluso celebrable. Allí el discurso deja de ser ofensivo y pasa a ser directamente peligroso.

Nada de esto surge de la nada. Este clima de deshumanización fue previamente legitimado desde el nivel más alto del poder político. El propio Javier Milei, en una entrevista pública, instaló la consigna de “bañar a los zurdos”, una expresión celebrada por su militancia y amplificada por el entramado digital libertario. Cuando el Presidente de la Nación habilita la degradación del adversario, lo que se naturaliza no es el humor sino la violencia simbólica.

Cuando ese tipo de expresiones provienen del poder, dejan de ser palabras sueltas y se convierten en doctrina. La deshumanización baja desde arriba, se normaliza en los medios afines y luego se radicaliza en la militancia. Lo que sigue —la burla del genocidio, la risa frente a los desaparecidos, la celebración de la represión— no es una anomalía: es la consecuencia lógica de un discurso de odio que se reproduce sin límites.

La participación de Lilia Lemoine en el programa FDC confirma esa continuidad discursiva. No habló como una ciudadana más ni como una influencer sin responsabilidades institucionales, sino como diputada nacional. Desde ese lugar, convalidó un mensaje que legitima la crueldad, naturaliza la violencia estatal y señala qué vidas merecen derechos y cuáles pueden ser descartadas sin culpa.

La burla hacia Santiago Maldonado, víctima de una desaparición forzada en democracia, expone con crudeza esa matriz ideológica. No es ignorancia ni provocación adolescente: es una pedagogía del odio que busca disciplinar, intimidar y marcar fronteras simbólicas entre quienes importan y quienes no. La celebración de la represión contra jubilados completa el cuadro: una ética del castigo convertida en espectáculo político.

Estos discursos tienen una historia conocida. La deshumanización del otro, la banalización del exterminio y la exaltación de la violencia como forma de orden social son rasgos constitutivos del fascismo. No comienzan con los campos de concentración ni con los fusilamientos: comienzan con risas, con chistes, con programas de streaming y con representantes del Estado que legitiman lo intolerable.

Desde ADN Populares repudiamos de manera absoluta las manifestaciones realizadas en el programa FDC del canal Ánima Digital, así como la conducta de Lilia Lemoine, y señalamos la responsabilidad política del gobierno de Javier Milei en la construcción de un clima que habilita el odio, la violencia y la negación de la memoria histórica. Exigimos un pronunciamiento inmediato de las instituciones democráticas.

No es libertad de expresión.
No es humor.
Es violencia política ejercida desde el poder.

Y frente a eso, el silencio no es neutralidad: es complicidad.