Adultos mayores se encadenaron frente al Congreso para denunciar que sus haberes no cubren necesidades básicas y exigir respuestas a una crisis que el Gobierno ignora mientras impulsa su agenda de ajuste

Un grupo de jubilados se encadenó este miércoles frente a las puertas del Congreso de la Nación en una protesta desesperada para visibilizar el abandono y la falta de respuestas a una situación límite: adultos mayores que no llegan a fin de mes, sin acceso a medicamentos y con haberes que no cubren necesidades básicas, obligados a tomar una medida extrema para ser escuchados. La acción se produce mientras el presidente Javier Milei continúa su gira internacional y el Parlamento arranca las sesiones extraordinarias para tratar su paquete de reformas, priorizando una agenda política que deja en último lugar la dignidad de quienes aportaron toda su vida al país.

Los manifestantes, muchos de ellos con carteles que denunciaban la imposibilidad de pagar alquileres, alimentos y tratamientos médicos, bloquearon simbólicamente el acceso al recinto donde se discuten leyes que profundizarán el ajuste sobre los sectores más vulnerables. “Nos encadenamos porque nos están matando con la indiferencia. Nuestra jubilación no alcanza para nada, los medicamentos son un lujo y el Gobierno solo piensa en recortar más”, declaró una de las participantes, en medio de un operativo policial que cercó la protesta pero no logró dispersar la indignación.

La protesta de los jubilados se enmarca en un contexto de deterioro social acelerado por las políticas económicas del gobierno de Milei, que ha congelado en los hechos el poder adquisitivo de las prestaciones previsionales mientras impulsa una reforma laboral que precarizará aún más el empleo y un Presupuesto 2026 que prioriza el pago de deuda con el FMI sobre la inversión social. Datos de la Defensoría del Pueblo de CABA indican que una pareja de adultos mayores necesita más de 1,2 millones de pesos mensuales para subsistir, una cifra que triplica la jubilación mínima actual.

Mientras los jubilados se encadenan a las rejas del Parlamento, el presidente Milei acumula su vigésimo séptimo viaje internacional con gastos que superan los 4,2 millones de dólares, y el oficialismo negocia a contrarreloj la conformación de comisiones para aprobar de forma exprés leyes como la de “Inocencia Fiscal” que beneficia a grandes evasores. La imagen no puede ser más elocuente: un Gobierno que viaja por el mundo predicando austeridad, pero que es sordo al clamor de quienes piden lo mínimo para vivir con dignidad en su propio país.

La desesperación de los jubilados no es un caso aislado, sino la punta del iceberg de una crisis previsional que el modelo económico de Milei agrava día a día. Con la inflación acelerándose nuevamente por encima del 2,7% mensual y los alimentos encareciéndose, el haber jubilatorio se convierte en una burla. La cadena física frente al Congreso es la metáfora de la cadena económica que los ata a la pobreza: un sistema que los condena al olvido mientras el poder discute cómo transferir más recursos a los sectores concentrados de la economía.