La histórica sentencia del 9 de diciembre de 1985, que condenó a los máximos responsables del terrorismo de Estado, se erige hoy como un faro de resistencia frente a los intentos revisionistas del gobierno de Milei y la avanzada negacionista de Victoria Villarruel

Hoy se cumplen 40 años de la lectura de la sentencia que condenó a las Juntas Militares responsables del genocidio perpetrado entre 1976 y 1983, un hito judicial sin precedentes que coronó la lucha incansable de los organismos de derechos humanos, los familiares de las víctimas y el pueblo organizado. Aquel 9 de diciembre de 1985, el histórico Juicio a las Juntas –iniciado el 22 de abril bajo el gobierno de Raúl Alfonsín– demostró ante el mundo que las desapariciones forzadas, las torturas, los secuestros, el robo de bebés y los centros clandestinos de detención fueron parte de un plan sistemático de terrorismo de Estado para disciplinar a la clase trabajadora y aniquilar las organizaciones políticas, sociales y sindicales. Hoy, ese “Nunca Más” resuena con urgencia ante un gobierno que desde el poder cuestiona el número de desaparecidos, reivindica a represores y persigue a quienes defienden la memoria.

La sentencia condenó a los máximos responsables: Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini y Orlando Ramón Agosti, sentando un precedente universal en la lucha contra la impunidad de los crímenes de lesa humanidad. El proceso, atravesado por testimonios valientes y conmovedores de sobrevivientes y familiares, rompió el silencio impuesto por el terror y dio nombre y verdad a los crímenes sufridos por obreros, delegados sindicales, estudiantes, militantes y trabajadores. El fiscal Julio César Strassera cerró su alegato con la frase que se convertiría en símbolo de la resistencia democrática: “Nunca Más”.

Cuatro décadas después, la conmemoración adquiere una dimensión política crucial frente al avance de un gobierno que, a través de su vicepresidenta Victoria Villarruel, impulsa una agenda negacionista y busca reescribir la historia para blanquear el terrorismo de Estado. El “Nunca Más” hoy no es sólo un recordatorio, sino una trinchera de combate contra los discursos de odio, la persecución política y sindical, y el intento de equiparar la violencia represiva del Estado con la lucha popular. La memoria se defiende en las calles, en los juicios que continúan, en la resistencia a los despidos y en la defensa de los derechos que la dictadura quiso extinguir.

Desde ADN Populares sostenemos que no hay democracia plena sin derechos humanos ni justicia social. Por eso, en este aniversario, levantamos con más fuerza que nunca las banderas de NO al negacionismo, NO a los discursos de odio, Nunca Más al terrorismo de Estado y Nunca Más a la persecución política y sindical. Porque recordar no es un acto de nostalgia, es un compromiso de lucha: la misma que juzgó a las Juntas en 1985 y la que hoy enfrenta a los herederos ideológicos de aquellos que soñaron con un país sin disidencia, sin sindicatos y sin pueblo organizado.