Nos acompañan desde Siempre
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img

Nota Completa

MOISÉS FONTELA: EL HOMBRE QUE LE DIJO NO AL NEOLIBERALISMO CUANDO EL PERONISMO DUDABA

Publicado : 04/12/2025
(Review)

Un militante de la coherencia, un defensor del patrimonio nacional y un ejemplo de que algunas batallas, aunque se pierdan en el corto plazo, ganan la eternidad en la memoria del pueblo.

Hoy Castelli, la provincia de Buenos Aires y todo el campo popular argentino están de duelo. No es solo el duelo por la partida física de un intendente, un diputado, un ingeniero. Es el duelo por la pérdida de un tipo de político que escasea hasta el agotamiento: el político con convicciones indelebles, con el coraje de enfrentar a los poderosos de turno, incluso a los de su propio partido, cuando la deriva traiciona los principios fundacionales.

Moisés Fontela, fallecido a los 87 años, era de esa estirpe. No llegó a la política por ambición personal o por un cálculo de cargos. Llegó desde el campo, desde la universidad pública, desde la producción concreta. Y cuando ingresó al Partido Justicialista en los albores de la democracia, lo hizo abrazando la Renovación Peronista, ese faro de ética y esperanza liderado por Antonio Cafiero que soñaba con un movimiento limpiado de cúpulas y vinculado a las bases. Soñaba, en definitiva, con un peronismo fiel a sí mismo.

Su gestión al frente de Castelli entre 1987 y 1989 fue la de un hombre de obra, de gestión palpable. Pero su verdadero legado histórico, el que lo eleva a la categoría de referente ineludible, se forjó en un momento de definiciones brutales para la Argentina. Corría 1989. Carlos Menem, electo con la bandera del "salariazo" y la "revolución productiva", giraba 180 grados y abrazaba el decálogo neoliberal más feroz de nuestra historia. Las privatizaciones, el desmantelamiento del Estado, la entrega del patrimonio nacional y los indultos a los genocidas avanzaban con velocidad cruenta.

Fue en ese momento, cuando el vértigo de la "transformación" aturdía a muchos y el pragmatismo sin principios se vendía como la única verdad, que Moisés Fontela tomó la decisión más difícil y más noble. Junto a otros siete diputados –Germán Abdala, Darío Alessandro, Juan Pablo Cafiero, Luis Brunati, Franco Caviglia, José "Conde" Ramos y Carlos "Chacho" Álvarez– fundó el "Grupo de los Ocho". Ocho voces que, desde las bancas justicialistas, le dijeron NO.

No a la privatización de Aerolíneas Argentinas. No a la entrega de YPF, de los ferrocarriles, de la luz y el agua. No a los indultos que pretendían lavar la sangre de la dictadura con un decreto infame. No a la corrupción estructural que comenzaba a campear. Fontela no se limitó al discurso. Fue a la Justicia. Y en un hecho de una dimensión simbólica monumental, logró que un amparo suyo declarara inconstitucional la privatización de nuestra aerolínea de bandera. Imaginen por un instante la escena: un diputado peronista, usando las herramientas de la democracia, frenando en los tribunales la joya de la corona del saqueo menemista.

Esa victoria jurídica fue, también, un faro moral. Iluminó el camino de la resistencia para todos los que, en los años siguientes, no nos resignaríamos a ver cómo desguazaban la patria. Fontela y el Grupo de los Ocho demostraron que dentro mismo del movimiento había espacio para la dignidad, para la lealtad a los ideales de justicia social, soberanía política e independencia económica. Eran, aunque el término no existiera entonces, la primerísima expresión del kirchnerismo por venir, de ese campo nacional y popular que décadas después recuperaría el Estado, reestatizaría YPF, juzgaría a los genocidas y pondría la economía al servicio del pueblo.

Por eso, hoy no lo recordamos con nostalgia. Lo reivindicamos con vigencia. En un presente donde un nuevo gobierno ultraneoliberal intenta, otra vez, desmantelar el Estado, licuar salarios y entregar recursos, la figura de Moisés Fontela emerge con una fuerza arrolladora. Es el espejo en el que deben mirarse todos los que militan en el campo popular. Es la prueba de que la coherencia no es un lujo, es un deber. De que decir "no" cuando hay que decirlo, aunque cueste el cargo, la comodidad o los aplausos del poder, es el único camino que honra la militancia.

A su familia, nuestro abrazo solidario. A Castelli, nuestra admiración por haber tenido un intendente de semejante talla ética. Y a Moisés Fontela, nuestro compromiso: su lucha no fue en vano. Su bandera de un peronismo soberano, popular y antiimperialista, la seguimos levantando hoy, más alta y con más fuerza que nunca.

Hasta la victoria siempre, compañero.

Gustavo Cano
Director
ADN Populares