El Gobierno que prometió “dinamitar el Estado” depende hoy de la AUH y la Tarjeta Alimentar para evitar un estallido mientras profundiza un programa económico diseñado para unos pocos.
Javier Milei construyó su identidad política denunciando al Estado como “una organización criminal”, atacando los planes sociales y prometiendo barrer con toda forma de asistencia. Sin embargo, después de más de un año de gobierno, la evidencia es inapelable: la AUH y la Tarjeta Alimentar alcanzaron niveles récord en términos reales y el gasto social directo supera el de los últimos años del período 2019–2023.
Durante 2024 y los primeros meses de 2025, el Gobierno aplicó una serie de incrementos que elevaron la AUH por encima de 47% en términos reales interanuales, llegando a ser casi 100% mayor si se compara noviembre 2023 con noviembre 2024. La Tarjeta Alimentar, por su parte, registró aumentos acumulados que la llevaron a montos de $33.000, $51.750 y $68.250 según cantidad de hijos, siempre por encima del promedio real de los años previos.
Estos números no hablan de inclusión ni de ampliación de derechos. Hablan de otra cosa: Milei necesita que la asistencia social funcione como un amortiguador del deterioro provocado por su propio ajuste. La AUH y la Tarjeta Alimentar no crecen para fortalecer un Estado presente, sino para evitar que el estallido social frene el proyecto económico que impulsa la entrega de áreas estratégicas y la concentración de riqueza en manos de unos pocos.
Mientras tanto, salud, educación, ciencia, cultura, industria, trabajo, energía e infraestructura sufren recortes sistemáticos y paralizaciones. Allí donde un país se construye como potencia, Milei solo deja desmantelamiento. Allí donde necesita sostener la gobernabilidad, el Estado reaparece como última barrera.
Por eso nuestra crítica no es —ni fue nunca— al rol del Estado ni a la política social: es al uso instrumental, cínico y funcional al saqueo que hace Milei de esas herramientas. La asistencia crece al mismo tiempo que se destruye el entramado productivo, científico y energético del país, generando un modelo donde millones dependen del Estado para sobrevivir mientras los sectores más concentrados capturan renta y recursos estratégicos.
La contradicción es total. El gobierno que se jacta de “dinamitar la casta” gobierna para los grandes grupos económicos. El que dice combatir la dependencia genera la mayor dependencia social en años. El que promete libertad consolida monopolios. Y el que promete convertir a la Argentina en potencia ejecuta un plan de negocios para unos pocos, sostenido por un relato libertario que no se condice con ninguna de sus decisiones reales.
El modelo Milei es una mentira. Y cada actualización de la AUH o de la Tarjeta Alimentar no lo desmiente: lo confirma. La asistencia funciona como una válvula de contención para que el saqueo siga su curso sin resistencia social.