Nos acompañan desde Siempre
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img
client-img

Nota Completa

EL SAQUEO COMO PROYECTO

Publicado : 15/11/2025
(Review)

Valerdi desnuda el “milagro” de Milei: una inflación baja a costa de un pueblo congelado.

El economista Juan Valerdi desarmó la postal con la que el Gobierno intenta vender estabilidad: la baja de la inflación como prueba de éxito. Para Valerdi, el número frío es apenas el decorado de un método brutal: “Milei bajó la inflación metiendo al pueblo en un freezer”. No es una frase para el impacto: es la explicación más clara del modelo. El ajuste como sistema, la recesión como ancla y el hambre como herramienta.

En la superficie, el oficialismo celebra una desaceleración inflacionaria que no proviene de mejoras económicas sino de la destrucción del consumo. Salarios pulverizados, jubilaciones rebajadas a su mínima expresión y un mercado interno que se desploma por falta de compradores. Los precios dejan de subir porque nadie puede pagar lo que cuestan. No es estabilidad: es parálisis social.

Valerdi también cuestionó la propuesta de Emanuel Álvarez Agis sobre un impuesto al retiro de efectivo. La calificó como “un castigo a la clase media formalizada”, que además consolida aún más el poder de las billeteras virtuales privadas convertidas en intermediarias del sistema financiero. Mientras tanto —señala— los grandes grupos económicos siguen reclamando bajas impositivas y tratamientos preferenciales, los mismos que vienen evadiendo y subfacturando desde hace décadas.

El economista describió un engranaje conocido: endeudamiento con beneficios financieros, fuga, especulación y un Estado subordinado a quienes lucran en cada crisis. El swap con el Tesoro estadounidense es, en esa lógica, otra mesa de apuestas: ganancias astronómicas para unos pocos fondos con información privilegiada y un futuro hipotecado para el resto del país. Cada dólar que entra por la ventanilla financiera sale multiplicado en deuda para la población.

Si la bicicleta se corta —advierte— el estallido lo paga el pueblo. “Es una olla de presión”, describe, y la historia argentina demuestra que estos modelos siempre desembocan en represión, muertos o un nuevo ciclo de despojo. La persecución judicial contra referentes del peronismo, incluida Cristina Fernández de Kirchner, no es un capítulo aislado: es un mecanismo de disciplinamiento para garantizar que el experimento siga su curso sin resistencia social.

Mientras Milei pide “30 años” para ver resultados —una forma poética de reconocer que nada funciona ahora— la realidad muestra un país empobrecido a una velocidad inédita. Treinta años: una invitación a naturalizar el derrumbe. Treinta años para que el mercado derrame lo que jamás quiso compartir. Treinta años como coartada para justificar la destrucción del presente.

La conclusión de Valerdi es incómoda, pero evidente: el único “milagro” que el Gobierno puede mostrar es una inflación que baja porque el pueblo se congela. Detrás del relato libertario, el proyecto es el de siempre: una transferencia de riqueza hacia arriba, sostenida por el sacrificio de los de abajo.