A semanas del recambio de autoridades del PJ bonaerense, cuatro jefes comunales quedaron fuera del armado camporista y marcan distancia de Máximo Kirchner. El malestar crece en los territorios y se perfila una pulseada por la conducción del peronismo provincial.
La tregua terminó. En el peronismo bonaerense volvió a encenderse la interna que late desde hace meses, pero ahora con nombres y gestos concretos. Cuatro intendentes del Conurbano —Mariel Fernández (Moreno), Federico Achával (Pilar), Ariel Sujarchuk (Escobar) y Fernando Gray (Esteban Echeverría)— quedaron fuera del armado de Fuerza Patria y comenzaron a tomar distancia de La Cámpora. No es una diferencia menor: se trata de los dirigentes que controlan parte del corazón electoral del oficialismo provincial y que hoy se sienten marginados del esquema que lidera Máximo Kirchner.
El mandato del diputado al frente del PJ bonaerense vence el 18 de diciembre, aunque la renovación formal se postergará hasta 2026, cuando se realicen las elecciones en las 135 unidades básicas. Kirchner ya anticipó que convocará a internas en febrero, fecha que buscará hacer coincidir con los 80 años del primer triunfo de Perón, en un intento por rodear su gestión de simbología justicialista. Pero el gesto no alcanza para contener la marea.
En los distritos, el malestar es palpable. “Nos sondearon y después nos bajaron”, deslizan desde los equipos de campaña de más de un intendente que se sintió desplazado. En el fondo, el reclamo es político: piden mayor debate, participación real y reconocimiento territorial. La Cámpora, dicen, “decide todo desde arriba”.
En Esteban Echeverría, la ruptura fue total. Fernando Gray compitió por fuera con Unión Federal y cosechó más de 79 mil votos, suficientes para complicar la performance de Fuerza Patria. En Escobar, Ariel Sujarchuk denunció “la falta de discusión en la conformación de listas” y apuntó a “la ausencia de quienes ponen el cuerpo en los barrios”.
El intendente de Pilar, Federico Achával, junto a referentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), impulsa a Federico Otermín como alternativa para conducir el PJ bonaerense. El respaldo incluye a Nicolás Mantegazza (San Vicente) y Gastón Granados (Ezeiza), que reclaman “devolver protagonismo a los que generan los votos y sostienen el Estado cuando hay que poner la cara”.
La intendenta de Moreno, Mariel Fernández, fue más lejos: anunció su intención de presidir el PJ bonaerense y de disputar la gobernación en 2027. “El partido no puede ser una cáscara vacía —dijo—. Tiene que volver a escuchar, caminar y estar en movimiento.”
Detrás de las declaraciones hay algo más profundo: una tensión generacional y de concepción del poder. Mientras La Cámpora busca mantener la conducción partidaria bajo el paraguas de Fuerza Patria, los intendentes del Conurbano reclaman un PJ más territorial y menos vertical. La vieja discusión peronista entre “los que gestionan” y “los que conducen” vuelve a escena.
En un contexto nacional signado por el ajuste, la pérdida de recursos y el avance del discurso antiestatal, el peronismo bonaerense vuelve a ser el epicentro de la resistencia —y también de sus propias contradicciones. Lo que se define no es solo una conducción partidaria: es qué tipo de peronismo sobrevivirá a Milei.