Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, está a punto de ganar en primera vuelta en las elecciones presidenciales de Uruguay del 27 de octubre. Dos encuestas clave, Nómade y Proyección, lo colocan cerca del 50% de los votos necesarios, lo que le permitiría evitar el balotaje y derrotar al oficialista Álvaro Delgado, quien apenas alcanza el 20%. Con el gobierno de Luis Lacalle Pou desgastado y en crisis interna, el oficialismo confía en captar a un 11% de indecisos para forzar una segunda vuelta.

Los sondeos muestran a Orsi con entre 46% y 47,1% de intención de voto, y con la proyección de indecisos podría llegar al 48,1%, acercándolo peligrosamente a una victoria en primera vuelta. En contraste, la coalición multicolor de Delgado no logra superar el 40%, un reflejo del desgaste tras cinco años de gobierno marcado por escándalos y políticas impopulares.

El oficialismo, pese a las divisiones internas, apuesta a que los indecisos, una “mayoría silenciosa”, inclinen la balanza a su favor, como sucedió en 2019. Sin embargo, el contexto actual es diferente. Lacalle Pou enfrenta un profundo malestar social que ha debilitado la coalición que alguna vez lo sostuvo.

En el Frente Amplio, Orsi ha sabido consolidar su liderazgo. Tras vencer en las internas, integró a Carolina Cosse a su fórmula, lo que fortaleció la unidad interna. Su discurso firme, pero inclusivo, ha resonado entre quienes demandan políticas sociales y el fin del ajuste neoliberal.

A días de la elección, Orsi se encamina a una posible victoria en primera vuelta, mientras el oficialismo se aferra a una campaña cada vez más cuesta arriba.