Mario “Paco” Manrique oficializó su renuncia como secretario gremial de la CGT, emitiendo duras críticas hacia la conducción encabezada por Héctor Daer y Carlos Acuña. En su carta de renuncia, Manrique argumentó que su decisión se debía al “cúmulo” de tareas que debía asumir como dirigente de su gremio y como legislador, aunque su salida también refleja el creciente malestar dentro de la central. Sus críticas se producen en un contexto de disputas políticas dentro del Partido Justicialista y en medio de la presión del gobierno nacional.

El dirigente, cercano a Cristina Fernández y Máximo Kirchner, denunció que “la CGT está partida de hecho” y criticó la falta de espacios de debate, señalando que las decisiones se toman entre un reducido grupo de líderes. Al respecto, mencionó específicamente a Daer, Acuña, Gerardo Martínez y Andrés Rodríguez, a quienes acusó de monopolizar la voz de la CGT.

Manrique también se refirió a la falta de transparencia en las negociaciones con el gobierno de Javier Milei, afirmando que “nadie sabe qué se está negociando”. En el contexto de la interna del PJ, el exsecretario gremial expresó su desacuerdo con la crítica a los personalismos y defendió la figura de Cristina como presidenta del partido.

A pesar de la gravedad de sus acusaciones, la CGT logró evitar una crisis interna que complicara su funcionamiento ante la inminente reunión de la mesa tripartita convocada por el gobierno y empresarios. La renuncia de Manrique es el tercer cambio en la cúpula de la CGT en un corto período, pero no parece amenazar la estructura de la organización por el momento.

Con la renuncia, la central se enfrenta a un panorama incierto mientras los “gordos” e “independientes” buscan afianzar su poder en medio de la presión gubernamental. La ahora atención se centra en cómo se desarrollará la próxima reunión de la mesa tripartita y en el impacto de la salida de Manrique en la cohesión interna del movimiento sindical.