La caída del 3,8% interanual en agosto refleja la profundización de la recesión
bajo el gobierno de Milei, que continúa afectando a sectores clave de la
economía.
La recesión que atraviesa Argentina no da señales de amainar. Según el
Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la actividad económica cayó
un 3,8% interanual en agosto, evidenciando un panorama sombrío que se
refleja en sectores claves como la construcción, el comercio y la industria.
Mientras el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) apenas se
incrementó un 0,2% respecto al mes anterior, las cifras alarmantes de algunos
rubros se suman a un contexto de creciente descontento social.
Las cifras del Indec muestran que, en contraste con el leve respiro de julio, los
sectores más importantes se hundieron en la recesión. La construcción sufrió
una caída del 18%, el comercio mayorista y minorista un 7,9%, y la industria
manufacturera un 6,7%. Estos datos reflejan no solo una crisis económica, sino
también un impacto profundo en el empleo, con millas de trabajadores formales
e informales perdiendo sus puestos debido a la ineficacia del modelo
económico del gobierno de Javier Milei.
Aunque algunas actividades primarias, como la pesca y la agricultura,
presentaron ligeros aumentos, el predominio de un modelo primarizador que se
aleja de la diversificación productiva plantea serias dudas sobre la viabilidad de
la recuperación. Este enfoque, lejos de generar empleo y desarrollo sostenible,
agrava la crisis en sectores que son fundamentales para el país.
La Unión Industrial Argentina (UIA) había anticipado el desplome de agosto,
confirmando que la recesión se hace cada vez más evidente. A medida que los
sectores de servicios como hoteles, restaurantes y transporte también reportan
caídas, el horizonte económico se torna más desalentador. Las proyecciones
del gobierno, que esperan una contracción del PBI del 3,5% para este año y un
rebote del 5% en 2025, son vistas con escepticismo por los analistas, quienes
advierten que el optimismo del Ejecutivo no se condice con la cruda realidad.
La utilización de la capacidad instalada también muestra signos preocupantes,
cayendo al 61,3% en agosto, lo que indica que las industrias están lejos de
operar a su máximo potencial. Este es un síntoma claro de un sistema que,
bajo el mando de Milei, se encuentra en una crítica encrucijada. La falta de
políticas efectivas para impulsar el crecimiento y la creación de empleo deja a
la población en un estado de incertidumbre y vulnerabilidad.
Con un contexto así, es evidente que la recesión no solo se traduce en cifras
negativas, sino en un deterioro constante de las condiciones de vida de los
argentinos, que esperan respuestas concretas y efectivas que, hasta el
momento, brillan por su ausencia.
Mientras el Gobierno proyecta una inflación del 18% para el mismo año, el
Fondo Monetario Internacional advierte sobre una caída de la actividad
económica en 2024.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha mantenido sus proyecciones sobre
la economía argentina, anticipando un panorama desalentador para el año
2024. En su último informe del World Economic Outlook, el organismo
internacional estima que el Producto Bruto Interno (PBI) caerá un 3, 5% en el
presente año, con un leve repunte del 5% proyectado para 2025, seguido de un
crecimiento moderado del 2,6% en 2026.
La proyección de inflación del FMI es alarmante: se prevé que la inflación
alcanzará el 139% en 2024, antes de descender a un 45% en 2025. Este
pronóstico contrasta excesivamente con las estimaciones oficiales, que
proyectan una inflación del 18% en el presupuesto para 2025, y las privadas,
que oscilan entre un 40% y un 125% para este año. La disparidad en las cifras
sugiere una notable desconexión entre la realidad económica y las expectativas
gubernamentales.
Argentina se posicionará en 2024 como el cuarto país con la inflación más alta
del mundo, solo superado por Zimbabue, Sudán y Sudán del Sur. En 2025, se
espera que el país ocupe el tercer lugar, detrás de Venezuela y Sudán. En
contraposición, el FMI señala que en muchas naciones, incluso en aquellas con
menos desarrollo, la inflación ha dejado de ser un problema significativo.
En este contexto de desafíos económicos, el ministro de Economía, Luis
Caputo, ha sostenido una serie de reuniones durante la Reunión Anual del FMI,
destacándose su encuentro con el Council on Foreign Relations (CFR), una
influyente organización dedicada a promover oportunidades de negocio. . No
obstante, aún no se ha confirmado una reunión entre Caputo y la directora del
FMI, Kristalina Georgieva, o su asistente, Gita Gopinath.
Las proyecciones del FMI añaden presión sobre el gobierno de Javier Milei,
que ha enfrentado críticas por su enfoque económico y por el desacuerdo entre
sus estimaciones y las realidades que advierte el organismo internacional.
Luis Caputo afirmó que "lo peor ya pasó", ignorando la crisis que atraviesa el país y desligando al Gobierno de la responsabilidad por la pobreza.
Luis "Toto" Caputo, ministro de Economía del gobierno de Javier Milei, volvió al centro de la escena mediática con declaraciones que parecen estar completamente desconectadas de la realidad económica y social que enfrenta Argentina. Durante una entrevista con La Nación +, el funcionario aseguró que la situación del país está mejorando y que "lo peor ya pasó", negando la responsabilidad del Gobierno en el aumento de la pobreza, a pesar de que los índices oficiales indican lo contrario.
Entre sus afirmaciones más polémicas, Caputo sostuvo que la gestión de Milei no tiene nada que ver con las alarmantes cifras de pobreza que continúan creciendo bajo su mandato. “A este Gobierno le corresponde un 0% del aumento de la pobreza”, sentenció, ignorando las políticas de ajuste que han profundizado la desigualdad social. Además, Caputo expresó que "el país evitó una crisis mayor", defendiendo las medidas ultraliberales que, según él, evitaron que la pobreza alcanzara el 90%.
Las universidades públicas, otro de los sectores más castigados por el ajuste, también fueron blanco de sus declaraciones. Caputo afirmó, sin sonrojarse, que “a las universidades les hemos dado todo”, mientras que el Gobierno veta el financiamiento universitario y recorta presupuesto educativo. En una de sus frases más delirantes, el ministro señaló que el gasto por egresado en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo fue de 100 millones de pesos, agregando que “salía más barato mandarlos a Harvard”, lo que generó indignación en sectores de la educación y derechos humanos.
En medio de una realidad marcada por el aumento de la pobreza, la inflación descontrolada y el desmantelamiento de servicios públicos esenciales, las palabras de Caputo parecen una provocación hacia una sociedad que día a día sufre las consecuencias del ajuste brutal. Mientras el Gobierno sigue implementando políticas de desregulación, reducción de impuestos y recortes en áreas clave como salud y educación, Caputo insiste en que “la economía empezó a recuperar” y que la inflación “ya bajó”, declaraciones que no coinciden con los padecimientos diarios de la mayoría de los argentinos.
La desconexión entre el discurso oficial y la realidad que vive el país genera cada vez más tensión social. Las declaraciones de Caputo no hacen más que agravar la sensación de desamparo en un contexto donde el Estado parece desentenderse de su responsabilidad, dejando a las mayorías populares a la deriva. ¿Hasta cuándo podrá sostenerse este relato que niega la crisis mientras las cifras de pobreza, desempleo y desigualdad siguen aumentando?
En un país donde los sectores más vulnerables ya no encuentran refugio ni en la educación ni en el trabajo, las frases del ministro de Economía suenan a burla. Decir que "lo peor ya pasó" es desconocer el sufrimiento de millones de argentinos.
Las declaraciones del presidente sobre el cepo cambiario generan preocupación en el mercado y evidencian el rumbo perjudicial de su gestión económica.
La reciente definición hecha por el presidente Javier Milei en Nueva York, al afirmar que el cepo cambiario “se liberará cuando la tasa de inflación que tiene el programa macroeconómico sea cero”, desató una ola de ventas en el sector accionario, reflejando la creciente inquietud entre inversores y analistas. Este anuncio, que revela un enfoque extremo y perjudicial en la política económica, provocó un impacto inmediato en la bolsa porteña, donde el índice líder S&P Merval cayó un 1,8%, cerrando en 1.790.228,16 unidades. Las retracciones más significativas fueron las de Loma Negra, que descendió un 4,1%; Mirgor, con una caída del 3%; YPF, que retrocedió un 2,8%; y Banco Macro, con un descenso del 2,7%.
En Wall Street, la situación fue similar. Los American Depositary Receipts (ADRs) que más cayeron fueron los de Loma Negra, con una caída del 3,6%; YPF, con un descenso del 3,2%; Pampa Energía, que retrocedió un 3%; y Banco Macro, que cayó un 2,9%. En contraste, las únicas acciones que mostraron un comportamiento positivo fueron las de Globant, con un incremento del 2%, y Cresud, que subió un 1%.
La situación se vio agravada por el anuncio del Gobierno de llevar a cabo un nuevo canje de bonos, que, lejos de brindar estabilidad, genera más confusión y temor en los inversores. Este movimiento provocó una mayor oferta de títulos de deuda, resultando en bajas selectivas en el mercado. Los bonos en dólares reflejaron un saldo mayormente negativo, destacándose el Global 2029, que mostró un retroceso del 1,5%. Sin embargo, algunos inversionistas optaron por posicionarse en títulos de largo plazo, como los Global 2038 y 2046, ambos con un leve incremento del 0,5%.
En este desolador panorama, el Riesgo País experimentó una leve baja del 0,8%, alcanzando los 1.308 puntos básicos, según la medición de JP Morgan. Este clima de incertidumbre económica, acentuado por un plan de gobierno que se aleja de las necesidades del pueblo y del futuro del país, deja a los argentinos en un estado de desasosiego y desconfianza hacia lo que está por venir.
La actividad económica se retrajo un 3,4% en el primer semestre del año, con un PBI que continúa en descenso y una caída significativa en el consumo privado, según datos del Indec.
La actividad económica acumuló un retroceso del 3,4% en el primer semestre del año, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Durante el segundo trimestre de 2024, el Producto Bruto Interno (PBI) se redujo un 1,7% en comparación con el mismo período del año anterior, marcando así cinco caídas trimestrales consecutivas.
El PBI de abril a junio también registró una disminución del 1,7% respecto al trimestre anterior, evidenciando una tendencia de desaceleración económica. Ante estos datos, el economista Gabriel Caamaño advirtió en la red social X que el segundo trimestre de 2024 podría ser el punto más bajo antes de una posible recuperación.
El exministro de Economía, Alfonso Prat Gay, resaltó que en el primer semestre, “el consumo privado cayó casi cuatro veces más rápido que el consumo público”, cuestionando la situación económica actual y lanzando la interrogante: “¿La casta eras vos?”.
Los datos del segundo trimestre muestran un descenso del 6,4% en la oferta global comparado con el mismo período del año anterior. Este declive se debe a una caída del 1,7% en el PIB y una reducción del 22,5% en las importaciones de bienes y servicios
En cuanto a la demanda global, se observó una disminución del 29,4% en la formación bruta de capital fijo, un incremento del 31,4% en las exportaciones de bienes y servicios, y un descenso del 9,8% en el consumo privado. Además, el consumo público también experimentó una caída del 6,0%.
En términos desestacionalizados, comparando con el primer trimestre de 2024, las importaciones disminuyeron un 5,5%, el consumo privado bajó un 4,1% y el consumo público un 1,1%. Por otro lado, las exportaciones crecieron un 3,9%, mientras que la formación bruta de capital fijo se contrajo un 9,1%.
El gobierno, en el proyecto de Ley de Presupuesto enviado al Congreso, estima que el PBI caerá un 3,8% en el presente año, aunque prevé un “rebote” del 5% para 2025, seguido de otro aumento del 5% en 2026.
Las inconsistencias del plan económico de Luis Caputo podrían llevar a la Argentina a una crisis de devaluación y default, advierte el equipo de economistas peronistas, que compara la situación actual con los años previos a la crisis de 2001.
El equipo de economistas del peronismo bonaerense, liderado por Roberto Feletti, advierte que el plan de estabilización a corto plazo del ministro Luis "Toto" Caputo podría llevar al gobierno de La Libertad Avanza (LLA) hacia una situación de "doble D": devaluación y default. Según el análisis, las inconsistencias del programa económico podrían poner a Argentina en una posición comprometida para afrontar los vencimientos de deuda pública que se intensifican a partir de 2025.
Feletti y su equipo comparan la situación actual con los años previos a la crisis de 2001, cuando políticas económicas similares llevaron al colapso. La ausencia de medidas para consolidar un orden externo en el plan de Caputo se considera una debilidad crítica que remite a la crisis de la Convertibilidad, caracterizada por una prolongada recesión y deflación.
El análisis también destaca la falta de ingresos por privatizaciones y la imposibilidad de endeudarse en el exterior, contrastando con las experiencias de convertibilidad durante la gestión de Carlos Menem y el gobierno de Mauricio Macri. Esta falta de herramientas financieras aumenta el riesgo de una crisis inminente para el gobierno libertario.
El informe critica la incapacidad del gobierno para equilibrar el sector externo, a pesar de la devaluación del 118% del tipo de cambio oficial y las políticas restrictivas implementadas. La falta de competitividad resultó en una caída en los ingresos por exportaciones agropecuarias, con una reducción de U$S 4.000 millones en comparación con el año anterior.
El gobierno enfrenta serios problemas para regularizar pagos de importaciones y servicios de deuda, lo que complica aún más la desregulación completa del mercado cambiario. Este escenario subraya la importancia de mantener reservas internacionales en el Banco Central como un indicador clave para la estabilización económica.
Líderes sindicales y economistas presentaron un plan integral en el Foro Economía y Trabajo de la UBA, abordando la emergencia alimentaria, la reforma tributaria progresiva, y la necesidad de renegociar la deuda para enfrentar la crisis económica.
Este jueves, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, se llevó a cabo el Foro Economía y Trabajo, donde se discutió un plan para enfrentar la grave crisis económica que enfrenta Argentina bajo el gobierno de Javier Milei. Abel Furlan, Daniel Ricci y Walter Correa encabezaron la jornada, que reunió a sindicalistas, economistas y representantes de organizaciones sociales.
Los participantes destacaron la urgencia de declarar la emergencia alimentaria para combatir el aumento de la pobreza y la inseguridad alimentaria. También se propuso una reforma tributaria progresiva y un programa federal de industrialización para revitalizar la producción y crear empleo. Las propuestas incluyen una renegociación integral de la deuda externa y la recuperación del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.
El Foro presentó datos alarmantes sobre la situación económica. Según los informes, la pobreza aumentó un 9,8% en los primeros meses de 2024, con un costo de la canasta básica que superó los $900.000, mientras que el salario mínimo apenas alcanza los $262.432, insuficiente para cubrir las necesidades básicas. Además, se reportó una pérdida de más de 655.000 empleos en el primer trimestre del año, con un notable aumento en los despidos y una caída en la actividad económica.
El Foro criticó duramente la política económica del ministro de Economía, Luis Caputo, y del presidente del Banco Central, Santiago Bausili, acusándolos de priorizar los intereses de fondos de inversión y grandes corporaciones en lugar del bienestar de la mayoría de los argentinos. Se alertó sobre la fuga de capitales y la especulación financiera, que agravan la crisis económica y afectan negativamente el empleo y la actividad productiva.
Los participantes hicieron un llamado urgente para implementar las medidas propuestas, enfatizando la necesidad de un acuerdo nacional para enfrentar la crisis y garantizar la estabilidad económica. La implementación del plan, según los organizadores, es esencial para revertir el deterioro económico y asegurar el bienestar de la población.
El ministro de Economía recurre a lingotes de oro como garantía para obtener fondos y activar el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones
En un intento desesperado por aumentar las reservas del Banco Central (BCRA) y sostener el programa económico del gobierno de Javier Milei, el ministro de Economía, Luis Caputo, ha recurrido a medidas altamente cuestionables. En lugar de fortalecer las reservas con recursos nacionales, Caputo ha optado por enviar lingotes de oro a Inglaterra como garantía para obtener financiamiento.
Desde la aprobación de la Ley Bases y la desaceleración de la inflación, el gobierno ha enfrentado dos obstáculos significativos: la recesión económica y la escasez de dólares en el BCRA. A medida que la situación económica se deteriora, el ministro Caputo busca soluciones drásticas, entre ellas la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el envío de oro al exterior.
El oro enviado a Inglaterra se utilizará como garantía para un préstamo de recompra, una maniobra financiera compleja que ha generado preocupación. La falta de transparencia en la operación y el hecho de que el oro de las reservas nacionales se destine a un país con el cual Argentina mantiene un reclamo de soberanía sobre las Malvinas, refuerza las críticas sobre la estrategia del gobierno.
Además, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), impulsado por el gobierno, busca atraer inversiones extranjeras para explotar recursos estratégicos en el país. El RIGI ha sido presentado como una solución para atraer grandes inversiones, como el proyecto de Gas Natural Licuado (GNL) y la explotación de cobre en San Juan a cargo de la minera australiana BHP.
Sin embargo, este enfoque conlleva riesgos significativos. La estrategia del gobierno implica ofrecer generosos beneficios impositivos y cambiarios a empresas extranjeras, a cambio de una explotación intensiva de los recursos naturales sin generar valor agregado en el país. La promesa de aumentar las reservas y atraer inversiones llega a costa de entregar parte de la soberanía económica y de renunciar a un rol activo del Estado en la planificación estratégica de los recursos nacionales.
En un contexto donde la recaudación fiscal ha caído y los pagos al FMI se han pospuesto, el envío de oro al exterior y la apertura a grandes inversiones extranjeras reflejan una estrategia de corto plazo que podría comprometer gravemente los intereses nacionales a largo plazo. La falta de información clara sobre estas maniobras financieras y la entrega de recursos estratégicos a entidades extranjeras plantean serias interrogantes sobre el futuro económico del país y la protección de su soberanía.
En definitiva, la política económica del gobierno actual, caracterizada por medidas extremas como el envío de oro al exterior y la promoción de inversiones extranjeras sin un adecuado retorno para el país, pone en riesgo no solo la estabilidad económica, sino también los principios de autonomía y control sobre los recursos nacionales.
Las nuevas medidas económicas de Javier Milei, con emisión cero y transferencia de deuda, prometen estabilidad, pero esconden un riesgo elevado para el bienestar de los argentinos.
El 28 de junio, el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili, presentaron una nueva fase en la política económica de Javier Milei que se basa en una promesa de emisión cero por parte del BCRA. Esta medida incluye la transferencia de la deuda del Banco Central al Tesoro Nacional, con vencimientos para 2024/2025, y la introducción de las Letras Fiscal de Liquidez (Lefi), títulos de deuda del Tesoro Nacional, que reemplazarán a las Leliqs.
La estrategia pretende reducir la inflación mediante la eliminación de la emisión monetaria, pero su implementación ha generado una serie de cuestionamientos. La idea de que el Tesoro asumirá la deuda del BCRA sin recurrir a la emisión de dinero parece más un ejercicio de contabilidad creativa que una solución real para los problemas económicos del país.
Caputo y Milei insisten en que estas medidas traerán estabilidad económica, pero la realidad es que el impacto en la vida cotidiana de los argentinos es alarmante. La transferencia de deuda y la emisión cero podrían intensificar la crisis económica al limitar las herramientas disponibles para enfrentar los desafíos financieros. Mientras el gobierno promete un futuro sin inflación, los ciudadanos ya enfrentan un presente donde el peso se devalúa a pasos agigantados y los precios de bienes y servicios continúan en aumento.
El cambio de deuda del BCRA por letras del Tesoro podría parecer una jugada estratégica, pero en la práctica podría significar una mayor carga para el Tesoro, que tendría que afrontar pagos sin nuevos ingresos monetarios. Las propuestas de Caputo, incluyendo la sugerencia de que los ciudadanos vendan dólares para pagar impuestos, resultan desconectadas de la realidad de un pueblo que sufre la falta de recursos y la creciente inseguridad económica.
Milei ha declarado que su objetivo es erradicar la inflación y reducir el "crawling peg" del 2% mensual, pero la eficacia de estas medidas es dudosa. La distancia entre las promesas oficiales y la realidad que viven los argentinos refleja una política económica que no solo falla en abordar los problemas fundamentales, sino que también amenaza con profundizar la crisis social y económica.
El gremio presentó un pedido de informes tras detectar dos operaciones sospechosas.
El gremio La Bancaria, liderado por el diputado nacional Sergio Palazzo, ha alertado sobre la posibilidad de que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) esté retirando lingotes de oro de las reservas del país sin una decisión oficial que lo respalde. Ante esta preocupación, La Bancaria ha presentado un pedido de informes para que la entidad dirigida por Santiago Bausili, mano derecha de Toto Caputo, brinde detalles sobre dos operaciones sospechosas detectadas por el sindicato.
La solicitud del gremio exige al BCRA informar si existen operaciones de envío de lingotes de oro al exterior durante el mes de junio, en particular, si el 7 de junio de 2024 hubo una partida y el 28 de junio otra. Según La Bancaria, estas maniobras se habrían llevado a cabo a través de la transportadora Loomis y la aerolínea British Airways.
El gremio también pide especificar "qué cantidad, por qué monto y en qué moneda se realizaron estas operaciones, bajo qué características comerciales u otras, y cuál fue el destino". Se sospecha que entre las dos operaciones se habrían transferido unos 450 millones de dólares en oro.
Fuentes del gobierno afirman que el Banco Central posee alrededor de 4.700 millones de dólares en oro, y que estos fondos podrían estar siendo utilizados como garantía para obtener préstamos del Banco de Basilea. “Cuando Caputo estaba con Macri, se llevaron lingotes del Central al Banco de Basilea para cambiarlos por dólares que luego se usaron para venderlos a quienes los fugaban. No queremos que vuelva a pasar”, señalaron fuentes del gremio.
El sindicato también exigió a Bausili que informe en qué reunión de Directorio se trató el tema, qué funcionarios intervinieron y si es parte de un plan del que el Ministerio de Economía está al tanto.
En medio de la crisis cambiaria, han surgido fuertes rumores de que Caputo busca un préstamo del Banco de Basilea, que suele exigir respaldo en oro para conceder fondos frescos. En el banco suizo ya habría el equivalente a unos 500 millones de dólares, además de los 450 millones que se sospecha fueron trasladados recientemente.
Este asunto amenaza con convertirse en un problema serio para Bausili y podría terminar en la justicia. La Bancaria está a la espera de que se cumpla el plazo legal para que el BCRA responda el pedido de informes.
En medio año de gobierno de Javier Milei, 10 mil pymes han cerrado y 100 mil empleos se han evaporado. Contrariamente, las grandes corporaciones, algunas con estrechos lazos con el Ejecutivo, están obteniendo beneficios sin precedentes.
Desde que Javier Milei asumió la presidencia, la brecha entre grandes y pequeñas empresas se ha ensanchado a pasos agigantados. Las pequeñas y medianas empresas (pymes) enfrentan una crisis devastadora, mientras las grandes corporaciones disfrutan de un auge económico sin precedentes.
Este fenómeno no es un mero efecto colateral, sino una clara consecuencia de las políticas del gobierno libertario. Milei, que se define como un paladín del mercado y de las corporaciones, ha puesto en marcha un plan económico que claramente favorece a los grandes jugadores y deja en la cuerda floja a las pymes.
La situación es alarmante. En los primeros seis meses de gestión, más de 10 mil pymes han desaparecido, según la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC). Esto representa una pérdida de alrededor de 50 empresas por día, una cifra preocupante que refleja el impacto brutal del ajuste económico.
El ajuste ha llevado a una contracción severa en el consumo, afectando especialmente a los sectores más vulnerables y, en consecuencia, el nivel de empleo ha caído dramáticamente. Los datos del Sistema Integrado Previsional (SIPA) indican que hasta marzo se han perdido 100 mil puestos de trabajo en el sector privado, con la construcción como el sector más golpeado.
A pesar de la crisis laboral, el Secretario de Trabajo, Julio Cordero, ha minimizado el impacto, describiendo la pérdida de empleos como algo “natural” y atribuyendo la lentitud en la recuperación a la demora en la aprobación de la Ley Bases. Según Cordero, esta ley, que introduce flexibilización laboral, creará las condiciones para nuevos puestos de trabajo.
Mientras tanto, el panorama para las grandes empresas es diametralmente opuesto. Un informe del Centro de Investigación y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina (CIFRA-CTA) revela que 17 de las 23 empresas más grandes del país duplicaron su rentabilidad en el primer trimestre de 2024. Algunas de estas empresas, como Aeropuertos Argentina 2000, el laboratorio Richmond y Ternium (del grupo Techint), han registrado ganancias superiores al 40% sobre sus ventas.
El éxito de algunas de estas empresas está estrechamente ligado a sus vínculos con el gobierno. Paolo Rocca, presidente de Techint, designó personalmente a Horacio Marín para dirigir YPF, mientras que Nicolás Caputo, primo del ministro de Economía, lidera Mirgor. Además, la rentabilidad de otras empresas se debe a la liberalización de precios y a la desregulación impulsada por Milei, como en el caso del laboratorio Richmond y las compañías de servicios Metrogas y Edenor.
“El ajuste brutal que ha puesto en marcha el gobierno de Milei no solo ha desencadenado una recesión sin precedentes, sino que ha creado una redistribución regresiva del ingreso que tendrá consecuencias aún desconocidas”, concluyen desde CIFRA.
El reciente decreto del gobierno que modifica la fórmula de actualización jubilatoria ha desatado preocupación y críticas. Analicemos sus implicancias para los jubilados y cómo afectará sus ingresos en el corto y largo plazo.
El gobierno argentino, mediante un decreto, ha cambiado la fórmula de actualización de las jubilaciones, generando un impacto significativo en el poder adquisitivo de los jubilados. La medida, que no pasó por el Congreso, ha despertado críticas y preocupación por parte de diversos sectores.
La nueva fórmula establece una actualización por inflación con dos meses de rezago a partir de julio, aplicando la inflación de mayo. Sin embargo, esta actualización no incluye el bono, lo que significa que las jubilaciones no se verán beneficiadas por el mismo.
Entre abril y julio, se aplicarán diferentes aumentos que, en términos reales, no logran compensar la pérdida del poder adquisitivo de las jubilaciones. Según datos, las jubilaciones podrían quedar hasta un 53% por debajo de su valor inicial en el primer trimestre de 2023.
Además, el decreto establece un bono de ayuda económica previsional que, si bien en principio se fijó en $70 mil, posteriormente se corrigió para mantenerse en ese monto. Sin embargo, la forma en que se aplicará el bono en los próximos meses aún genera incertidumbre.
En el caso de otras prestaciones como la PUAM o la AUH, la nueva fórmula de actualización se aplicaría recién a partir de julio, lo que podría significar un peor derrotero para estas prestaciones en comparación con las jubilaciones.
En el largo plazo, algunas consultoras indican que esta nueva fórmula podría quedar por debajo de la fórmula de movilidad basada en recaudación y salarios en 2025, lo que supondría un deterioro continuo en el poder adquisitivo de los jubilados.
En resumen, el decreto del gobierno argentino que modifica la fórmula de actualización jubilatoria ha generado preocupación y críticas debido a su impacto en el poder adquisitivo de los jubilados. La medida, que no contó con el aval del Congreso, plantea un escenario de incertidumbre y deterioro en los ingresos de quienes dependen de la jubilación para vivir.
El reciente decreto del gobierno que modifica la fórmula de actualización jubilatoria ha desatado preocupación y críticas. Analicemos sus implicancias para los jubilados y cómo afectará sus ingresos en el corto y largo plazo.
El gobierno argentino, mediante un decreto, ha cambiado la fórmula de actualización de las jubilaciones, generando un impacto significativo en el poder adquisitivo de los jubilados. La medida, que no pasó por el Congreso, ha despertado críticas y preocupación por parte de diversos sectores.
La nueva fórmula establece una actualización por inflación con dos meses de rezago a partir de julio, aplicando la inflación de mayo. Sin embargo, esta actualización no incluye el bono, lo que significa que las jubilaciones no se verán beneficiadas por el mismo.
Entre abril y julio, se aplicarán diferentes aumentos que, en términos reales, no logran compensar la pérdida del poder adquisitivo de las jubilaciones. Según datos, las jubilaciones podrían quedar hasta un 53% por debajo de su valor inicial en el primer trimestre de 2023.
Además, el decreto establece un bono de ayuda económica previsional que, si bien en principio se fijó en $70 mil, posteriormente se corrigió para mantenerse en ese monto. Sin embargo, la forma en que se aplicará el bono en los próximos meses aún genera incertidumbre.
En el caso de otras prestaciones como la PUAM o la AUH, la nueva fórmula de actualización se aplicaría recién a partir de julio, lo que podría significar un peor derrotero para estas prestaciones en comparación con las jubilaciones.
En el largo plazo, algunas consultoras indican que esta nueva fórmula podría quedar por debajo de la fórmula de movilidad basada en recaudación y salarios en 2025, lo que supondría un deterioro continuo en el poder adquisitivo de los jubilados.
En resumen, el decreto del gobierno argentino que modifica la fórmula de actualización jubilatoria ha generado preocupación y críticas debido a su impacto en el poder adquisitivo de los jubilados. La medida, que no contó con el aval del Congreso, plantea un escenario de incertidumbre y deterioro en los ingresos de quienes dependen de la jubilación para vivir.
Precios al galope: Enero cierra con una inflación del 20,6%, agravando la situación económica y poniendo en jaque el bienestar de los argentinos.
El Indec informó que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) alcanzó un preocupante 20,6% en enero, manteniendo la tendencia de dos dígitos. La inflación interanual se sitúa en un alarmante 254,2%, dejando en evidencia la profunda crisis económica que atraviesa el país.
Rubros afectados
Los rubros que sufrieron mayores aumentos en enero fueron Bienes y servicios varios, con un 44,4%, seguido de Transporte con un 26,3% y Comunicación con un 25,1%. La quita de subsidios al transporte, impulsada por el Gobierno de Javier Milei, ha tenido un impacto directo en el bolsillo de los argentinos, con aumentos en el boleto que aún no se han reflejado por completo en las estadísticas.
Pronósticos y realidad
Las consultoras privadas estimaban una inflación del 21,9% para enero, lo que indica una subestimación de la realidad económica por parte de los analistas. Para febrero, se espera una inflación del 18%, con una proyección anual del 227%.
Impacto en las familias
En la Ciudad de Buenos Aires, la inflación de enero alcanzó el 21,7%, afectando especialmente a los sectores más vulnerables. La Canasta Básica Total (CBT) aumentó un 27%, lo que significa que un grupo familiar necesitó ingresos por $ 495.798 para no ser considerado en situación de pobreza. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) subió un 30,1%, elevando el umbral de ingresos para no caer en la indigencia a $ 240.678.
Ante esta situación, se hace evidente la necesidad de políticas económicas que protejan el bolsillo de los argentinos y promuevan la justicia social, reivindicando la presencia activa del Estado como ente regulador y promotor del bienestar social.
El sorpresivo batacazo electoral de la versión nacional del neofascismo de
la mano de una organización política casi sin antecedentes, liderada por
un outsider ultraliberal y una abogada negacionista, compuesta por
cuadros técnicos y políticos semi retirados del menemismo y del
conservadurismo provincial, más un conjunto variopinto que incluye
terraplanistas, cosplayers, influencers, reivindicadores de la
dictadura, nazis confesos, operadores de bitcoins y tarotistas sin
ninguna experiencia previa en asuntos gubernamentales, dicho esto sin
ningún ánimo peyorativo, es solo una descripción, aliado posteriormente
a la destilación más ultraconservadora de la representación política del
capital concentrado desconcertó a la sociedad política así como a los
cientistas sociales no solo argentinos sino del pensamiento académico
internacional.
Las líneas de análisis más desarrolladas en el leve interregno entre
el primer triunfo electoral en agosto y hoy son dos. La primera,
acerca de las causas, se centra en las nuevas demandas no atendidas
por la sociedad política, en el medio del empate hegemónico que vive
la sociedad argentina desde hace más de medio siglo, y por otro, el
consecuente triunfo de la alianza descripta por fuera de la disputa
hegemónica tradicional donde se aunaron una fracción desgajada del
bloque popular que no fue contenida por las representaciones
institucionales tradicionales de dicho conglomerado, sindicatos,
cooperativas, movimientos sociales y agrupamientos de pequeñas y
medianas empresas que se aunó con la fracción más rentística del
bloque de capital concentrado detrás de un conglomerado outsider
como el descripto. La segunda, que trata sobre las consecuencias
indaga fundamentalmente acerca de la viabilidad política y
gubernativa de esta alianza que tiene una representación
parlamentaria sumamente exigua y no posee control territorial y cuyo
desempeño, hasta la fecha, ha sido el de alterar radicalmente el
soporte institucional del estado argentino y ha enunciado propósitos
refundacionales de largo plazo.
Uno de los análisis más claros y contundentes, formulado en agosto
cuando un gobierno ultraderechista era todavía una hipótesis fue una
sintética exposición del politólogo Andrés Malamud, de la portuguesa
Universidad de Coimbra que, abrevando en la linea de la inviabilidad
de un eventual poder ejecutivo encabezado por Javier Milei, destacó
la situación de exigua capacidad de hacer aprobar leyes en el poder
legislativo, donde en la mejor de las situaciones se encontraría en
una minoría muy acentuada, dada la inviabilidad de su propuesta
sumada a su escasa propensión al diálogo institucional producto, a
su vez de la inexperiencia de la mayor parte de su colectivo. Y
sugirió el espejo de Perú, y, concretamente, las administraciones de
Pedro Castillo y Alberto Fujimori como ejemplos de la probable
deriva de una eventual administración sin antecedentes y con
minorías tan exiguas en el Congreso. El primero, un maestro rural de
izquierda destituido y preso por el parlamento peruano luego de no
haber podido prácticamente ejercer su mandato. El segundo, un
ingeniero tecnócrata sin antecedentes en la política y que parece
tener muchos más puntos de contacto con la ultraderecha argentina,
ganó las elecciones, propició un paquete de medidas apenas asumido
conocido como el fujimorazo y, ante el impedimento del poder
legislativo, propició un autogolpe y gobernó en forma dictatorial.
Por lo que, pese a sus limitaciones previas, pudo ejercer
efectivamente el poder por diez años hasta que fue destituido por
diversas causas de corrupción y delitos de lesa humanidad.
En ese largo y oscuro período el Perú fue sometido a una serie de
transformaciones estructurales que alteraron la vida cotidiana de su
sociedad aplicando un recetario neoliberal en el marco de un cambio
del modelo de acumulación del país, cuyo eje pasó a ser la
capitalización privada de la renta minera. Esto, por supuesto, con
una inaudita violencia física y económica de carácter genocida que
rediseñó las pautas de convivencia de la sociedad peruana. Esto
incluyó, por supuesto, la estigmatización y persecución de los
pueblos indígenas Situación que, a posteriori y todavía hoy, sigue
impregnando a la situación de nuestro hermano latinoamericano y
cuyos estertores pueden encontrarse, por ejemplo, en las recientes
manifestaciones reprimidas violentamente por Dina Boluarte,
gobernante de facto sucesora de Pedro Castillo, que tuvieron como
epicentro la región de Cuzco. Mientras tanto el fujimorismo se
transformó en una minoría intensa que perdió 3 elecciones sucesivas
con su líder preso durante 17 años y liberado ¿casualidad? dos días
antes de la asunción presidencial de Javier Milei.
Como Bolsonaro en Brasil, por poner un ejemplo reciente, los
outsiders presentan ventajas para las clases dominantes en momentos
de transición respecto de los políticos provenientes de los partidos
tradicionales. La primera es que son más propensos a saltarse los
mecanismos institucionales de una democracia dado su escaso
compromiso con el sistema político entre ellos la aplicación de la
violencia física y económica. La segunda es que son fácilmente
influenciables por las clases dominantes dada su falta de cuadros
con capacidad gubernativa. Y la tercera, que es la más importante,
es que son baratos y descartables, una vez que cumplieron las tareas
sucias para los sectores beneficiados. Fujimori salió en libertad
pero puede volver a prisión en cualquier momento pese, incluso, a
los esfuerzo de su facción Y tal parece que el ex mandatario
brasileño va a seguir un camino parecido.
La cuestión central a responder en Argentina 2024 es cuales son los
cambios en la forma de acumulación que piden un outsider de
semejante precariedad para ser efectuados. La respuesta no parece
ser sencilla, pero se puede vislumbrar una hipótesis. Detrás de las
aparentes nuevas demandas sociales hay un cambio mucho más profundo
en ciernes y es el peso creciente de la renta petrolera en
detrimento de la renta agraria como fuente de capitalización de la
economía argentina y en donde el paralelo con el caso peruano, ahora
sí, deja de ser solo de figuras políticas.
Desde su constitución hasta hoy los mecanismos del estado nacional
están diseñados en torno de la renta agraria. Desde la
nacionalización de la Aduana y la transformación de la ciudad de
Buenos Aires en distrito federal, pasando por la conquista del
desierto, hasta la actual puja por las retenciones y la función del
bloque agrario como proveedor de divisas en una economía
bimonetaria, la agenda de la sociedad política y la constitución de
los bloques hegemónicos tienen como eje central la absorción de la
renta agraria y su destino como capital económico.
Desde el punto de vista conceptual la capitalización de la renta
agraria es distinta a la de la petrolera básicamente por la
naturaleza de sus actividades, lo que lógicamente repercute en la
organización social que se forma en torno a su producción,
distribución y consumo. El lector que llegó hasta aquí deberá tener
un poco de paciencia con la exposición económica a continuación. Las
principales diferencias son:
1. La actividad agropecuaria se hace sobre la base de un recurso
renovable. En el caso de Argentina, tal como lo señala el texto
clásico de Sábato y Schwarzer el ciclo de negocios es mucho más
corto, anual, lo que hace que la orientación comercial de corto
plazo sea mucho más determinante en la toma de decisiones que en el
caso de los cultivos plurianuales así como el tamaño de viabilidad
económica de los establecimientos necesita de escalas y volumen de
producción menores. De ahí, la cantidad de pequeñas propiedades que
caracterizan a la posesión de la tierra en lugares como la Pampa
Húmeda o las llanuras estadounidenses que producen los mismos
cultivos de clima templado. En tanto, la actividad petrolera se hace
sobre la base de un recurso no renovable donde el poseedor de la
tierra, sea estatal o privado, puede obtener mayores rentas
absolutas a partir de la retención del producto.
2. El grado de dispersión territorial. La actividad agropecuaria se
realiza sobre una superficie mucho más amplia y sobre fronteras
móviles en tanto que la petrolera se realiza sobre superficies mucho
más restringidas. Consecuentemente: a. La producción ganadera y
agrícolas emplea, directa e indirectamente más personas que la
petrolera y b. La renta diferencial, es decir, la derivada de la
diferencia respecto de la tierra peor es mucho más determinante en
el agro y en la ganadería que en el petróleo.
3. La concentración económica. Debido al monto de inversión y al
riesgo asociado, sobre todo el de la etapa de exploración, la
cantidad de capital necesario para iniciar la explotación de
petróleo es mucho mayor que el de la actividad agropecuaria.
Consecuentemente, el tamaño medio de las empresas es notablemente
mayor. El arrendatario petrolero es, en muchos casos, perceptor de
parte de la renta de la actividad, por lo que la unidad de renta
absoluta del propietario de la tierra es mucho menor debido a la
asimetría en el poder de negociación entre ambas partes.
4. El régimen de propiedad. En la actividad agropecuaria el
propietario es, en casi todos los casos, una persona física o
jurídica privada. En la mayor parte de los países petroleros, con la
casi solitaria excepción de los Estados Unidos, los derechos de
propiedad del subsuelo están en manos de los estados, precisamente,
para equilibrar el poder de negociación, por un lado y regular la
extracción de un recurso no renovable, por el otro. En el caso de
Argentina, debido a la reforma constitucional de 1994, los estados
provinciales son los propietarios del subsuelo lo que reduce ambos
objetivos.
De lo expuesto se desprende que un estado organizado en torno de la
captación de renta de la actividad petrolera tiene que tener un
poder de regulación mucho mayor que en el caso de la actividad
agropecuaria. De no ser así, las consecuencias de concentración
económica, sumado a las externalidades ambientales y sociales pueden
derivar en una sociedad con un grado de desigualdad de poder e
ingresos mucho más relevante que en el caso de las sociedades
organizadas en torno de la actividad agropecuaria. El caso noruego
constituye en este aspecto un ejemplo del buen empleo de la
captación de la renta petrolera, mientras que las monarquías del
Golfo son, por el contrario, un caso típico de concentración y
centralización del poder económico y político.
Argentina 2024 está en una encrucijada dado que posee un estado
organizado para captar renta en forma indirecta que además está
atravesado por medio siglo de la disputa hegemónica descripta al
principio de este artículo. En una primera instancia, cabe deducir
que el bloque de poder concentrado se ve reforzado en el presente
por la presencia de las representaciones del segmento petrolero.
Pero también hay que decir, que puede y debe esperarse un marco de
disputa importante del colectivo petrolero con los segmentos
agrarios y financieros en el rol estratégico de proveedor de divisas
que, en el marco de una economía bimonetaria, asume el rol
potenciado de emisor alternativo de la moneda que se utiliza en la
cotidianeidad económica del país en tanto reserva de valor. Lo que
avizora, claramente, dos frentes de conflicto uno, la ya citada y
tradicional disputa inter-hegemónica y otra al interior del bloque
de poder concentrado.
Hasta aquí el panorama conduce inexorablemente hacia el subdesarrollo
económico y social si no fuera por dos razones fundamentales que se
encuentran intrínsecas en el propio aparato administrativo del
estado. Por un lado, la ya mencionada propiedad del subsuelo. Por
otro, el liderazgo de una empresa estatal como YPF en la cadena de
valor de la industria petrolífera con una alta capacidad
institucional y el mejor know how, lejos, en el territorio nacional.
Estos elementos, de ser capitalizados por el bloque popular pueden
inclinar la balanza a favor de Argentina-Noruega.
Por el contrario, el modelo de concentración económica ejemplificado
en países como Arabia Saudita, que en nuestro país se traduciría
como la primarización de la economía con un triunfo del bloque
dominante que resuelva de ese modo su disputa con el conglomerado de
las representaciones institucionales del bloque popular requiere de
un grado de violencia física y económica de proporciones inauditas.
En este caso el acceso al poder del colectivo representado por
Milei-Villarruel puede representar la forma más barata y desechable
de aplicar las recetas dictadas por el bloque dominante para
resolver este conflicto dada su propensión a la violencia y su
escaso apego a los mecanismos democráticos de resolución de
conflictos citado al principio de este artículo. En este aspecto, la
intensidad de los métodos violentos para la transformación del
estado sería mucho mayor que en el caso de Fujimori dado que en el
Perú de la década del 90 no había, ni por asomo, el grado de
industrialización y de organización popular con el que cuenta la
Argentina de hoy. Ese es el peligro que enfrenta hoy la sociedad.
En este escenario, el bloque popular debería tener una estrategia de
construcción hegemónica mucho más sofisticada, que incorpore los
elementos descriptos a fin de utilizar la capitalización de la renta
petrolera para desarrollar definitivamente el país. Para ello será
condición necesaria atacar frontal e inteligentemente a las
políticas de reconfiguración socio económica de la actual
administración reagrupando las diferentes fracciones del bloque
popular, aún las actualmente desgajadas, para lo cual sus
representaciones institucionales deberán presentar una estrategia de
escucha y propuesta que estuvo notablemente ausente en la
administración anterior, para pasar luego a la etapa de propuesta de
gobernabilidad estatal sustentada materialmente en la nueva riqueza
agro petrolera. Antes de que sea tarde.